sábado, 5 de junio de 2010

Algunas consideraciones psicoanalíticas sobre la demencia

Algunas consideraciones psicoanalíticas sobre la demencia



Todos tenemos olvidos. Pero evidentemente no todo olvido es una demencia, ni Alzheimer. Que no cunda el pánico cuando tenemos algún olvido. Los temores a veces son la expresión de un deseo. Entonces, un temor exagerado a tener Alzheimer u otro tipo de demencia podría ser la expresión de un deseo de enfermar de eso. Y aunque resulte extraño que un humano pueda desearse un mal, sucede. Otra cosa importante a tener en cuenta es que el olvido es un mecanismo psíquico normal, no podemos recordar constantemente todo lo que nos ha sucedido. Como vemos, olvidar es un índice de salud, y además, los olvidos no son al azar, ni siquiera en las demencias, si las estudiamos minuciosamente, uno olvida aquello de lo que nada quiere saber, de lo que no se quiere acordar.

La Demencia tipo Alzheimer repercute sobre la dinámica psíquica del individuo. La psiquis debe agenciarse de nuevos mecanismos de adaptación (llámese neuroplasticidad o reacomodación pulsional, quizá son la misma cosa...) ante los cambios degenerativos en el cerebro. Cómo se defiende el paciente que ve su autonomía desvanecerse, una realidad difícil de aceptar o de “digerir”... y lo peor: que se trata de una realidad intrapsiquica.

La mayoría de estos mecanismos tienen que ver con “el tiempo psíquico”, como por ejemplo la regresión, la repetición y el síndrome del deslizamiento. Estos ayudan a suplir, a través del tiempo psíquico pretérito, las perdidas de capacidades actuales, la imposibilidad de “registrar” los eventos y de poder reaccionar en correspondencia.

La regresión es un “viaje en retroceso” a otros modos de satisfacción ya sobrepasados en la historia del sujeto. Según la gravedad de la enfermedad, el paciente puede regresar a modos anales o orales de satisfacción. El individuo retorna a los objetos de amor de la infancia o puede replegarse en el auto-amor. Los que rodean al paciente (frecuentemente los hijos) adoptan entonces el rol de los objetos de amor o de frustración de la infancia (los padres) Un ejemplo es la regresión al estado de “NO” del niño, que refuta todo en permanencia.

La repetición tiene algo que ver con la regresión, pero en este caso se trata de un mecanismo (igual inconsciente) consistente en la reproducción de un evento, una representación o un afecto del pasado, a través de un síntoma en el presente, generalmente “ruidoso” (un grito, un gesto agresivo, un comportamiento bizarro) que inquieta a los familiares y que suele motivar hospitalizaciones.

El síndrome del deslizamiento es una descompensación rápida del estado general de un paciente aquejado de la DA, consecuente de alguna otra afección aguda, por ejemplo: un proceso infeccioso o inflamatorio, traumatismo psíquico o físico, intervención quirúrgica, etc. El síndrome aparece cuando el sujeto se encuentra en la convalecencia de la susodicha enfermedad somática. La persona parece renunciar concientemente a vivir: ausencia de apetito y de sed, expresión clara de un deseo de morir, incontinencia (o retención) urinaria y fecal, confusión, deshidratación. Se trata de una regresión grave y masiva, un deseo de retorno al estado inorgánico.

Cualquier otro tipo de mecanismo de defensa psíquico puede aparecer o exacerbarse durante la evolución de una DA, los que serian determinados por el funcionamiento psíquico del individuo. Por ejemplo: Un paranoico podrá sentirse aun mas perseguido.

La depresión puede acompañar igualmente la evolución de la enfermedad. Desde el punto de vista sicoanalítico, un origen de la depresión en el sujeto demente puede encontrarse en el conflicto que se origina entre un Yo que se debilita y la angustia de muerte que se acrecienta. Estos es: un narcisismo (el amor a si mismo) que se desvanece al compás de la perdida de las capacidades intelectuales, del envejecimiento del cuerpo y de la libido, del aislamiento social en un mundo que cambia vertiginosamente… En fin, un Yo desvalorizado incapaz de afrontar la muerte de los contemporáneos y la muerte propia que se avecina. El ultimo recurso del demente: el Yo que estalla, que se sacrifica para no sufrir. Es el caso del Síndrome de deslizamiento: el individuo se alía a la muerte y ya no hay angustia.