La sexualidad en la mitad de la vida
En nuestra cultura se subestima la importante, activa e intensa vivencia de la sexualidad especialmente después de los cincuenta años. No obstante, es quizás una de las etapas de mayor calidad y profundidad al respecto.
El género en la mitad de la vida
Los y las personas adultas de mediana edad suelen tener una gran claridad respecto al significado su ser mujer u hombre. Sin embargo, muchos fenómenos que corresponden a esta etapa pueden conducir a un replanteamiento de la manera en que se ha vivido hasta ese momento. En esta etapa la autoimagen sufre un reajuste asociado a los cambios en la imagen corporal. Muchos adultos en este período pueden tener una autoimagen positiva. Si sus condiciones materiales y emocionales lo permiten podrán apreciar más su posición en la sociedad, y tener un nuevo sentido del poder y la competencia al reconocerse como un grupo de edad poderoso.
Aunada a esta dimensión de la autopercepción se encuentra el nuevo cuerpo, con arrugas, piel menos lisa y firme que en otras etapas, aparece en el espejo un cuerpo menos fuerte, que se cansa y tiene que ser considerado al elegir la frecuencia e intensidad de las actividades de esfuerzo físico. Hombres y mujeres de ciertas clases sociales suelen aumentar los cuidados de su cuerpo e imagen aunque con un sentido y objetivos distintos a aquellos de la juventud. La capacidad intelectual sigue desarrollándose , y pueden aprenderse con facilidad nuevas ideas y destrezas si así se lo desea. Cuando no se ha logrado valorar lo construido, buscarán cada vez con mayor insistencia no perder su juventud.
El erotismo en la mitad de la vida
La vida erótica en la vida media puede ser, para el caso de las parejas que dejaron a un lado su relación por dedicarse exclusivamente al cuidado de los hijos, rutinaria y ausente. O en forma ideal, el olvido de la prisa y la urgente necesidad de satisfacer y el decline de la necesidad de ser el o la mejor amante. Ahora hay mayor flexibilidad, deseos de intimar y compartir, sin temor a perderse o necesidad de controlar. La vida erótica se torna intensa, cuidadosa del otro o la otra, permite la propia satisfacción y cuida mas no exige la satisfacción del otro. Evidentemente, elementos como la diversidad, la búsqueda, la reconquista de la propia pareja y la fantasía siguen siendo importantes y necesarios para alimentar el encuentro erótico.
Existen muchas falacias referentes al erotismo en esta etapa de la vida. Algunas de ellas relacionadas con la sexualidad femenina, asocian la menopausia al cese de la vida erótica. En realidad, puede ser todo lo contrario, además de la experiencia y el conocimiento del propio cuerpo y del encuentro con otra persona ahora la mujer puede tener una vida erótica sin preocupaciones sobre el embarazo y sin períodos menstruales. No obstante, quizá estos errores sean también promovidos por la frecuencia con que por efecto de la ausencia de estrógenos, la mujer puede presentar depresión, disminución del deseo sexual y dolor en las relaciones sexuales. Todos estos efectos pueden ser eliminados con un adecuado tratamiento. La mujer y el hombre de edad media tienen derecho a expresar sus deseos sexuales y experimentarlos tan libre y responsablemente como en otras edades.
En el caso de los hombres suelen también haber ideas erróneas a este respecto. Es frecuente escuchar a hombres que se preocupan porque ya no tienen una segunda erección después de haber tenido relaciones sexuales, tan pronto como solía ocurrirles previamente. Incluso en que ahora tardan un poco más de tiempo en obtener una erección inicial o necesitan mayor estimulación para mantenerla. Esto es resultado normal de los cambios propios de la edad. Lo cual no significa que la satisfacción y el placer obtenidos tengan que disminuir. Algunos hombres tienen disminución en la producción de testosterona y esto puede disminuir su deseo sexual por lo que, cuando esto ha sido comprobado por medio de estudios de laboratorio, la atención de un endocrinólogo puede regular esta situación.
Mientras más se acercan las personas a los 65 años, mayor es la probabilidad de presentar enfermedades como la hipertensión arterial o la diabetes que, entre otras, alteran notablemente la función sexual en el varón. Por esta razón cuando existen disfunciones en la mitad de la vida es recomendable hacer una valoración integral a los consultantes. Como podemos observar, es erróneo lo que aún se dice en algunos sectores de la población: “si se tienen problemas eróticos a esta edad, es necesario resignarse”. La vida erótica continuará también en la vejez y adquiere distintas formas, por lo regular más intensas y completas.
La vinculación afectiva en la mitad de la vida
Según Macías (1994), las familias de los adultos de la mitad de la vida atraviesan varias etapas. Mientras los hijos se convierten en adultos, su tarea consiste en lograr un equilibrio entre libertad y responsabilidad y el establecimiento de cuidados de la pareja.
Posteriormente, atravesarán el período de preparación de separación de los hijos, cuando éstos maduran y construyen sus propias familias, hasta llegar al período del “nido vacío” en el que se espera el logro de la reafirmación de la pareja como tal, con un sentido propio independiente de los hijos y a su vez el mantenimiento de ligas familiares tanto de la familia nuclear como extendida.
Para algunos individuos es un momento de libertad, de cese de presiones y responsabilidades. Ahora pueden hacer juntos actividades que habían esperado compartir, emprender o terminar. La pareja se replantea su futuro como tal, ambos satisfechos de sus labores realizadas en la educación de los hijos, con independencia y mejor sustento económico que en otras etapas. Sin embargo, la separación de los hijos puede también hacer obvia la ausencia de relación de pareja y entonces precipitar una separación que no se había dado precisamente por la presencia de aquéllos. El divorcio es un proceso complejo que claramente puede darse en otras etapas de las relaciones de pareja o familias. Macías señala que en estos casos es necesario propiciar formas para liberarse del pasado, tanto de los rencores como de las culpas, que si no son resueltos impedirán la separación real, y enfatizar en un enfoque hacia el futuro y la reparación. En nuestra cultura las mujeres separadas o divorciadas son también estigmatizadas, incluso los hijos pueden expresar abiertamente el rechazo a que éstas reanuden su vida de pareja con otra persona. Hombres y mujeres son libres de buscar e intentar relacionarse en forma saludable y reconstruir su vida amorosa.
Las amistades siguen siendo importantes en esta edad. Pérdidas de amistades y parientes por la muerte de los mismos aceleran el temor a quedarse solos o a perder a su pareja y a la vez preparan para la aceptación de la muerte como inevitable.
La reproductividad en la mitad de la vida
La vida media representa para la mujer el cese de su capacidad de reproducirse, sin embargo los hombres continúan su capacidad de fertilizar. Ahora las capacidades de paternaje y maternaje son expresadas en la creación y otros medios de trascendencia. No obstante, en nuestras culturas es frecuente que la ahora “abuela” se ocupe de ayudar en el cuidado de sus nietos.
Esto puede ser vivido con alivio para aquellas personas solitarias y sin actividades organizadas para el resto de su vida, casi como una segunda oportunidad. Los abuelos suelen dar y expresar a sus nietos afectos y experiencias que antes no pudieron por tener otras ocupaciones u otras responsabilidades con sus hijos, además de mantenerse en contacto constante con la familia y de alguna forma recibir más atención y compañía. En otras ocasiones se vive de forma desagradable cuando la cantidad de tiempo y cuidados dedicados al menor son prácticamente igual a como fue con sus hijos, e impide el desarrollo de otras actividades que esperaban hacer en el resto de la vida.
SEXUALIDAD Y GÉNERO
La sexualidad es un aspecto relevante de la adultez media. William Masters y Virginia Johnson, al igual que Alfred Kinsey y otros autores, comunicaron que la actividad sexual satisfactoria -incluido el coito- puede continuar hasta bien entrada la vejez; sin embargo, la función sexual puede disminuir. Algunas personas creen erróneamente que la actividad intensa es una prerrogativa de la juventud, y esto es suficiente para obstaculizar las respuestas fisiológicas normales de índole sexual.
Las mujeres de mediana edad también pueden experimentar una declinación de la función sexual vinculada más a factores psicológicos que físicos. El mejor momento para la sexualidad de las mujeres llega pasados los 30 años; en consecuencia, su capacidad orgásmica es mayor en la adultez media que en la temprana. No obstante, los ataques a la autoestima que vulneran el propio narcisismo afectan más a las mujeres que a los varones, cuando las mujeres han perdido el aspecto juvenil excesivamente ensalzado por la sociedad actual. En esta etapa, pueden sentirse menos deseables que en la adultez temprana y, por consiguiente, menos facultadas para llevar una vida sexual satisfactoria.
En cuanto a la sexualidad en los hombres, no se produce una pérdida significativa en la capacidad reproductiva, pero sí una disminución en la velocidad de respuesta sexual. En las mujeres, el principal cambio en esta edad sería la menopausia, la que supone el fin de la capacidad reproductiva, junto a molestias de menor intensidad; no se produciría una pérdida en la respuesta sexual. (Hofmann, 1996). Sin embargo la liberación de las grandes presiones de la adultez joven, la búsqueda de placeres más individuales con la disminución de las preocupaciones por la crianza y embarazos no deseados, permite el desarrollo de una sexualidad plena si se dan las condiciones. Silvestre (1996) afirma que puede existir un reforzamiento de la pareja en la edad adulta, producto de la libertad que otorga el alejamiento de los hijos, la renovación de intereses sexuales, un aumento en la intimidad y una valoración de la relación en base a lo invertido en ella.
SEXUALIDAD Y MENOPAUSIA (Tomado de: Revista Colombiana de Menopausia, 2003)
Actividad sexual en la edad madura
Existen en la actualidad cinco estudios amplios y recientes los cuales ilustran bien la actividad sexual en la edad adulta. En ellos se demuestran varios efectos los cuales vale la pena puntualizar:
1. La actividad sexual tiende a declinar con la edad. A la pregunta de frecuencia de actividad sexual (desde besos y caricias hasta “noches de pasión”) al menos una vez a la semana, se evidenció una disminución del 52% y 41% para hombres y mujeres en la década de los 50 años, respectivamente, hasta 27% y 19,5% en la década de los 70 años. Al especificar una relación sexual completa (intercurso) se evidenció una disminución en las mujeres del 49,6% (edad de los 45 a 59) hasta un 6,6% (mayores de 75). El porcentaje de mujeres practicantes del sexo oral cayó de un 19,5% (entre los 45 y 59 años) a un 2,2% entre los 60 y 74 años.
2. Si bien es cierto que la frecuencia de la actividad sexual disminuye, debe tenerse en cuenta que esto no necesariamente conlleva un deterioro de la vida sexual, ya que muchas mujeres opinaron que “si bien la cantidad disminuye, la calidad se mantiene”.
3. La pérdida del compañero es un obstáculo mayor para el disfrute de la vida sexual. El 77% de las mujeres con compañero permanente informó actividad sexual, en comparación con sólo el 33% de aquellas que no lo tenían. Al respecto, es importante anotar que en los Estados Unidos, en 1996, la relación hombre/mujer en mayores de 65 años era de 100:145, y en mayores de 85 años era de 100:257. Esta relación es desfavorable en cuanto a la tenencia de un compañero permanente para la mujer en edad madura y, obviamente, está ligada a una disminución de la actividad sexual en el género femenino.
4. Otro dato interesante es que en edades entre 70 y 74 años, el 70% de las mujeres no había tenido compañero sexual en el último año, comparado con sólo el 35% entre los hombres. Si bien no hay datos locales al respecto, teniendo en cuenta el entorno latino y machista de nuestra sociedad, es fácil inferir que en nuestro medio ésta diferencia es aún más marcada.
5. En cuanto al funcionamiento sexual como tal, se observaron hallazgos interesantes. La gran mayoría (76,6%) de los hombres entre los 45 y 59 años de edad manifestó tener “siempre” orgasmo durante una relación sexual, comparado con el 57% entre los 60 y 74 años de edad y el 48% en los mayores de 75 años. El número de mujeres quienes dijeron “siempre” orgasmo durante la relación sexual es mucho menor, pero su declinación con la edad no es tan marcada: 31,6% de mujeres confesó tener “siempre” orgasmo entre los 45 y 59 años de edad, el 26% entre los 60 y 74 y el 25% por encima de los 75 años.
6. Con respecto al nivel del deseo sexual, se evidenció una disminución de éste con el paso de los años. En población mayor de 50 años, el 57% de los hombres comentó sentir deseo sexual al menos 2 a 3 veces por semana comparado con sólo el 22,2% de las mujeres. Por otra parte, el hecho de tener un compañero influye en la frecuencia de los pensamientos sexuales: el 36% de las mujeres con compañero sexual reportó tener pensamientos sexuales al menos una vez por semana, comparado con el 12% entre quienes no tenían compañero.
7. Si analizamos el interés por el sexo, el 75% de las mujeres de 50 años reportó un fuerte o moderado interés en el sexo, comparado con el 59% en edad mayor a los 70 años. Este dato me parece interesante por el hecho de que evidencia que no es tan cierta la creencia generalizada de que el interés sexual disminuye dramáticamente con la edad.
8. Al indagar acerca de la importancia que le dan al sexo, el 61% de los hombres y el 37% de la mujeres, a los 50 años, lo señaló como “muy importante”, comparado con el 28% entre las mujeres y el 36% de los hombres a edades mayores de 70 años.
9. En cuanto a la satisfacción con la actividad sexual, a los 50 años, el 69,5% de los hombres se declaró sexualmente satisfecho, comparado con el 60% de las mujeres. A los 70 años o más, el 49,8% de los hombres se declaró satisfecho comparado con el 64,9% de las mujeres. Es llamativo el hecho de que en la tercera edad, el nivel de satisfacción sexual de las mujeres es mucho mayor que el de los hombres.
10. Si se compara la satisfacción sexual con la experimentada cuando eran jóvenes, el 56% de los hombres a los 50 años y el 51,5% de las mujeres se declaró “más satisfecho” o “igualmente satisfecho”. A la pregunta “Usted se considera mejor amante ahora que en el pasado?”, la mayoría de los hombres entre los 50 y 69 años (54,3%) respondió afirmativamente comparado con el 33,5% de mayores de 70 años. Las mujeres entre los 50 y 59 años respondieron afirmativamente en un 37,6% y en un 24,1% entre las mayores de 70 años.
11. Preguntadas las mujeres mayores de 60 años acerca de su satisfacción emocional derivada del sexo, el 70% de las sexualmente activas declaró sentirse tanto o más satisfechas que a los 40 años. Las razones expuestas incluyeron: nueva pareja, no distracción con los hijos, más tiempo para disfrutar el sexo y menos “estrés”. Con referencia a la satisfacción con la frecuencia del sexo, el 42% de las mujeres se declaró satisfecha. El 56% de los hombres y el 25% de las mujeres contestó que desearía tener sexo con más frecuencia.
12. Al indagar acerca de qué haría falta para tener una vida sexual más satisfactoria, tanto hombres como mujeres incluyeron respuestas tales como mejor estado de salud para los dos componentes de la pareja, menos “estrés” y más tiempo libre.
Con base en lo anterior, pueden inferirse algunas observaciones:
1. Aunque una vida sexual satisfactoria es vista como importante para la mujer postmenopáusica, la calidad de vida y la calidad de las relaciones interpersonales lo es aún más.
2. La actividad sexual declina tanto para hombres como para mujeres con el paso de los años, pero así también declina el estado de salud en general y además el riesgo de la pérdida de la pareja tiene una connotación marcada en el aspecto sexual.
3. Existe interés en la población postmenopáusica por mejorar su vida sexual.
4. Probablemente las futuras generaciones de mujeres maduras estén aún más interesadas que la actual en disfrutar con mayor plenitud la vida sexual.
Clasificación actual de los trastornos sexuales
Considero de gran importancia familiarizarnos con la terminología de los trastornos sexuales. La siguiente clasificación es de consenso6 y probablemente la más aceptada y utilizada en la actualidad:
1. Desórdenes del deseo sexual
Deseo sexual hipoactivo
Deficiencia (o ausencia) persistente o recurrente de fantasías o pensamientos sexuales y/o deseo de actividad sexual, lo cual causa “distress” personal.
Aversión sexual
Aversión fóbica persistente o recurrente al contacto sexual, lo cual causa “distress” personal.
2. Desórdenes del despertar sexual
Incapacidad persistente o recurrente de obtener o mantener una excitación sexual suficiente, que causa “distress” personal, la cual puede ser expresada como pérdida de la excitación subjetiva o deficiencia de respuesta somática (v.g. lubricación genital).
3. Desórdenes del orgasmo
Dificultad persistente o deficiente o incapacidad de experimentar un orgasmo, después de una suficiente estimulación y despertar sexual, lo cual causa “distress” personal.
4. Desórdenes sexuales dolorosos
a. Dispareunia
Dolor genital persistente o recurrente asociado con el intercurso sexual
b. Vaginismo
Espasmo involuntario persistente o recurrente de la musculatura del tercio externo de la vagina, lo cual interfiere con la penetración vaginal y causa “distress” personal
c. Desórdenes sexuales dolorosos, no coitales Dolor genital persistente o recurrente inducido por estimulación no coital.
Cada una de las categorías enunciadas está subdividida, de acuerdo con la historia clínica, el examen físico y los exámenes paraclínicos, así:
a. A lo largo de la vida vs. Adquirida
b. Generalizada vs. Situacional
c. Origen etiológico (orgánica, psicógena, mixta, desconocida)
Cambios en la respuesta sexual relacionados con la edad
Desde las observaciones hechas por Masters y Johnson7 hace ya más de 30 años, se sabe que en la postmenopausia existen cambios en la esfera sexual de las mujeres, algunos de ellos relacionados con el déficit estrogénico. Los principales podrían ser:
A. En el despertar sexual:
1. Lubricación deficiente
2. Secreción reducida por parte de las glándulas de Bartholin y de Skene
3. Expansión vaginal reducida
4. Elevación uterina disminuida
B. En el orgasmo:
1. Contracciones orgásmicas menores
2. Contracciones eyaculatorias menores
C. En el post-orgasmo:
1. Dilatación deficiente del orificio cervical externo
2. Período refractario más prolongado
D. Otras:
1. Rubor sexual disminuido
2. Agrandamiento areolar menor
3. Menor incremento del volumen mamario durante el despertar sexual
4. Menor frecuencia de las contracciones del esfínter anal
5. Erección post-orgásmica del pezón más prolongada
Es muy importante tener en cuenta que con la edad aparecen múltiples problemas médicos no relacionados con la menopausia, los cuales interfieren de alguna manera con la actividad y la satisfacción sexual. Entre los más importantes se podrían señalar:
1. Enfermedades
Virtualmente cualquier enfermedad (genital o general; física, emocional o ambas): hepática, renal, cardíaca, hormonal, cistitis, anemia, hipertensión arterial, cáncer, enfermedades neurológicas, colostomía, neostomía, cirugía de la vejiga, incontinencia urinaria, infección por Herpes o VIH, enfermedades de transmisión sexual, E. de Alzheimer, prolapso genital.
2. Medicamentos
Antihipertensivos, antineoplásicos, antidepresivos (incluidos los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina), tranquilizantes, diuréticos, antihistamínicos.
3. Tratamientos
Cirugía mayor (histerectomía, mastectomía, “bypass” cardíaco, transplante de órganos), diálisis, radioterapia, quimioterapia.
Existe mucha controversia alrededor de la influencia que sobre la esfera sexual puede tener la histerectomía abdominal. De hecho, la histerectomía vaginal conlleva una restauración total del piso pélvico y, por ende, salvo que la vagina quede muy estrecha, trae como consecuencia un mejoramiento importante de la capacidad sexual. En cuanto a la histerectomía abdominal, existe evidencia contradictoria.
Algunos estudios muestran una mejoría de la satisfacción sexual, muy probablemente por la extirpación de un útero aumentado de tamaño el cual generaría dispareunia, pero otros muestran pérdida de la satisfacción sexual; esto podría ser consecuencia de la extirpación del cuello uterino o del aspecto psicológico que traería la ausencia de los ciclos menstruales con la sensación de “castración” que ésta situación produciría. Precisamente, para evitar la consecuencia que conllevaría la extirpación del cuello, se ha promulgado la práctica de la histerectomía subtotal. En algunos estudios escandinavos recientes, no se ha podido probar un mejoramiento de la vida sexual al comparar la histerectomía subtotal con la total y por el contrario, parece que genera más incidencia de prolapso del piso pélvico, de leucorrea, además de la posibilidad de un cáncer en el muñón cervical.
Es claro que la función sexual va mucho más allá de la sola capacidad física. Si bien estapremisa es cierta en las parejas jóvenes, lo es aún más en las parejas mayores, quienes tienen la carga emocional del retiro laboral, la ausencia de los hijos y otros seres queridos y los cambios en el estilo de vida. Además debe considerarse el hecho de que una disfunción sexual puede ser el reflejo de un trastorno depresivo. Corresponde entonces al médico tratante, sopesar e indagar acerca de todos éstos ángulos, y tratar a la paciente en todo su entorno o remitirla al experto en algún aspecto específico.
Libido en la mujer postmenopáusica
El ciclo sexual en la postmenopausia cambia. La respuesta sexual biológica es más lenta, la fase de excitación es más prolongada, no hay fase de “meseta” y la duración del orgasmo es menor. La lubricación durante la fase de despertar es más larga. Una mujer joven puede lubricar en 10 a 30 segundos, mientras una mujer mayor de 55 años puede tomar de 1 a 3 minutos8. La fase de resolución también es más rápida.
Al percibir éstos cambios, la mujer puede acomodarse a ellos y continuar disfrutando de su vida sexual. En ésto, por supuesto, juega un papel primordial el comportamiento y acompañamiento de la pareja. Es sabido que la actividad sexual regular ayuda a preservar la capacidad sexual tanto en hombres como en mujeres. Se observa incremento en la flexibilidad y tonicidad vaginal, y se ha demostrado que la estrogenoterapia local o sistémica mejora la atrofia genital y mantiene una sensación placentera sobre la vulva y la vagina9. Igualmente, mejora la incontinencia urinaria hasta en un 50%10, especialmente con la ayuda con los ejercicios de Kegel.
Resulta difícil definir la libido. No cabe duda de que el cerebro es un órgano sexual. No sólo procesa las sensaciones táctiles, visuales u orales, sino que también enfoca el origen de éstas sensaciones. El término de la normalidad es tan amplio que podría incluir casi todas las formas de sexualidad. Dado que la disfunción sexual más común es la pérdida del deseo sexual, es hacia éste tópico donde se enfocan los mayores esfuerzos. Hay causas interpersonales que explican esta disfunción, a saber: atracción reducida de la pareja, rutinización sexual, disturbios situacionales y problemas de pareja. Es función del médico tratante intentar dilucidar estos aspectos tan importantes para la vida sexual de la mujer madura.
Angustia en la menopausia: cómo la viven las mujeres
A diferencia de los varones, ellas tienen más libertad interiory cultural para poder expresarla
Algunos momentos críticos de la vida hacen que ese sentimiento se intensifique
Según los expertos, es importante diferenciarlo de la depresión
Si bien la angustia afecta tanto a hombres como a mujeres esta condición tiene sus particularidades en el sexo femenino. "La angustia es una sensación de malestar generalizado -afecto displacentero, según el psicoanálisis- que puede tener una gran intensidad y cuyas repercusiones en el cuerpo se manifiestan como palpitaciones, ahogos, opresión torácica y nudos en el estómago o en la garganta, entre otros síntomas. Generalmente, tiene también componentes psíquicos, como el miedo a morirse o a volverse loco", definió Gabriel Jure, médico psicoanalista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). "Es una reacción psicosomática frente a una situación de peligro, sea ésta real, objetiva o de diversa índole", agregó Raquel Zak de Goldstein, médica psicoanalista de la misma institución. Algunas angustias son compartidas, como la asociada con la supervivencia y la posibilidad de disponer del amor del otro. Pero también "están las típicas de la mujer que tienen que ver con su necesidad esencial de ser reconocida como tal, para lo cual se empeña en habitar su cuerpo y en constituirse en un perfil femenino que le garantice su propia imagen y el reconocimiento de los otros" describió Zak. Los grandes cambios de la vida de una mujer están acompañados de angustia: "En la adolescencia empieza el encuentro del cuerpo con el deseo propio, el ser mirada y deseada. Luego, en las menstruaciones, se generan angustias normales hipocondríacas, que son de origen hormonal y fantasmático -aseguró la psicoanalista-. Además, una joven se angustia y desea ante la iniciación sexual. Comienza la exploración y la apropiación del propio cuerpo como erótico y del encuentro erótico. Tiene que avanzar sobre la angustia que generan las prohibiciones ancestrales." En el embarazo "la mujer cede el centro al bebe, debe atender las angustias de éste una vez nacido, y esto la expone ante el retorno de la angustia de indefensión. Aquí la tiene que sostener el hombre en su función, para atravesar la depresión normal del puerperio. A su vez, en esos momentos el hombre se reencuentra con su angustia de abandono. Si este proceso se elabora bien, da lugar a un progreso de la pareja y de ambos", explicó Zak. "En la maternidad, la mujer enfrenta las angustias propias de su rol: proteger a su hijo, sostenerlo y ofrecerle juguetes y juegos para que se desarrolle en su actividad creadora y en su autonomía, y luego vendrá la separación necesaria, y la independencia -continuó la terapeuta-. En la mitad de la vida y en la menopausia siente la necesidad de consolidar su autoestima y su realización." Diferencias El activo papel que desempeña la mujer hace que entre en una comparación con los hombres: "Es probable que por momentos se sienta sobrecargada porque debe responder a lo nuevo y lo antiguo", puntualizó Jure. Quizá, uno de los rasgos que diferencia al hombre de la mujer respecto de las modalidades de la angustia es que "ella tiene una forma específica femenina de expresarla, más visible, pues se manifiesta también a través el cuerpo. El hombre está educado para soportarlo todo y enmudece sus temores", dijo Zak. Algo importante: cotidianamente estamos inmersos en distintos grados de angustia, pero"el pensar, leer, escribir, o las artes plásticas son la dimensión donde esa angustia se procesa". También vale la pena consultar con un profesional en salud mental: hablar de lo que pasa -en este caso la angustia-, siempre es saludable.
¿me puede ayudar por favor con la sustentación teórica del tema de Genero en la Adultez?
ResponderEliminar¿Que teórico lo dijo?