martes, 27 de octubre de 2009

ADULTEZ TEMPRANA.docx

INTEGRACIÓN DE LA PERSONALIDAD DEL ADULTO JOVEN
(Tomado de: Apunte Docente. Autora: Anneliese Dörr A. UNIVERSIDAD DE CHILE
FACULTAD DE MEDICINA Campus Oriente Departamento de Psiquiatría y Salud Mental)


Hay muchas diferencias en la forma en que el adulto joven logra
integrar los diferentes aspectos de su personalidad y hay grados en la
forma en que cada uno lo logra. Básicamente se trata alcanzar la identidad
del yo y la capacidad de alcanzar una intimidad verdadera. Para ello, debe
haber logrado independencia y límites con sus padres y reconocer que sus
caminos y los de sus padres son divergentes porque sus metas lo son. Puede
verlos en forma más realista sin la rebeldía que le ayudó antes a
constituir su identidad. Los internaliza como padres y como progenitores.
Aunque nadie supera completamente las necesidades y la dependencia de la
infancia y ya no los necesita como apoyo y dirección, siempre se dejan
pendientes problemas no solucionados, se siguen usando defensas ya
innecesarias y se transfieren características de los padres a otros
significativos.

Como resultado de la reorganización que efectuó durante la
adolescencia, los componentes del superyó derivados de la internalización
de los padres y de sus directrices han perdido importancia. Sigue
directivas morales, pero ya no por temor a defraudar a sus padres, sino que
se guía por normas sociales y culturales y modelos ideológicos a los que se
subordinan los dictados parentales. El superyó permite las descargas
sexuales lo que posibilita la disminución del carácter imperativo de los
impulsos del ello.


El yo asume mayor control, considerando resultados finales más que
satisfacciones inmediatas. Cuenta ya con alguna experiencia que puede
orientar la toma de decisiones: ya sabe sobre sí mismo y sobre el mundo lo
suficiente como para decidir si la realización de un deseo es una
posibilidad que puede intentar o si debe renunciar


Otra capacidad del yo al servicio de la adaptación es la posibilidad
de tolerar tensiones y ansiedades y para persistir en un propósito a pesar
de las dificultades: capacidad de constancia en la acción. . Las
frustraciones se toleran como parte de la vida, sin movilizar demasiada
hostilidad o agresividad.


Los objetivos deben orientar su acción. Habiendo resuelto los
problemas de dependencia y tendencias simbióticas, su yo es
suficientemente seguro en su límites como para no temer perder su identidad
al fundirse en la intimidad, no teme ser aniquilado o absorbido por la
persona que ama. Tiene segura su identidad sexual al punto que no necesita
demostrarse a sí mismo o a los otros su cualidad masculina o femenina con
actividad de seducción o sexual compulsiva


El joven adulto puede demorarse en la etapa de formación o puede
demorarse en la salida del hogar parental, pero debe enfrentar el trabajo y
la elección de pareja estable. Comienza a experimentar insatisfacción en el
hogar paterno, pero puede que no cuente con los medios para independizarse,
lo que también lo lleva a mantener relaciones de pareja poco estables y que
no se proyectan a futuro. (Haley, J. 1985)


Estas dos elecciones están muy determinadas por el proceso de
desarrollo vital y las oportunidades y también por motivaciones
inconscientes

Iniciación en la vida del trabajo

La incorporación a la vida adulta incluye también la incorporación a
la vida laboral. La importancia de la competencia en la infancia y de la
preparación del adolescente en la búsqueda de la identidad, se reemplaza
en la adultez joven, por la actividad laboral (o de la preparación
profesional para iniciarse en el trabajo) En la adultez es la actividad que
aporta el sustento económico e influye decisivamente en la autoestima
constituyéndose en una fuente de valoración individual.

 

Corresponde a un momento crucial, muy determinado por desarrollos,
oportunidades y experiencias anteriores. Es probable que la elección de
profesión (si ha sido el caso) la haya realizado algunos años antes, al
final de la adolescencia, sin mucha información ni claridad sobre la
trascendencia de esta elección y muy determinado por las oportunidades que
ofrece el medio, por las capacidades del estudiante y también por la
situación económica y las expectativas de de la familia. No obstante que
esta decisión puede haber sido tomada considerando todas estas variables
más que por intereses o motivaciones vocacionales, ejerce influencia sobre
los desarrollos posteriores de la personalidad, con las personas con las
que se relacionará y con su estilo de vida. El tener trabajo y ser exitoso
en lo laboral y asegurar un nivel de ingresos que permita proveer a las
necesidades de la familia se constituye en un eje central de las
preocupaciones del adulto joven.

 

La cesantía o las dificultades para encontrar trabajo por primera vez,
es una causa importante de conflictos personales, familiares y de pareja.
Aunque el tema es más crítico para los varones, en Chile (Censo 2002) el
38% de la fuerza laboral es femenina, por lo que también es un tema
importante para las mujeres en la actualidad.


El tema de la actividad laboral cruza todas las etapas de la adultez,
constituyéndose en un tema crítico en los inicios y en los finales de la
etapa de la adultez, ya sea por dificultades para encontrar trabajo, o por
acercarse la etapa de la jubilación. La importancia de la actividad laboral
en el ajuste social, en el bienestar psicosocial, etc. es tal que se ha
desarrollado la especialidad de Psicología del Trabajo, junto a otras
especialidades dentro de la Psicología. Se definen patologías estrechamente
relacionadas con el tema, como por ejemplo el estrés laboral que puede
derivarse de elecciones disfuncionales, actividades muy demandantes de
tiempo, sobreexigencias por cumplimientos de metas, altos nivel de
competitividad que perjudican las relaciones interpersonales, etc. etc.


Elección de pareja estable (matrimonio)


La unión que se forma cambia (o debería cambiar) la estructura del yo
de ambos miembros, que deben orientarse a la búsqueda del bienestar no ya
individual sino de la pareja. Se acepta un compromiso de íntima
interdependencia, basado en elección voluntaria con aceptación de
responsabilidad en las consecuencias, que supone una ligazón de ambos
destinos. Se adopta un estilo de vida para el que hay directrices
tradicionales y se adquiere un lugar definido en el sistema social

Tradicionalmente se acepta que hay dificultades en la pareja que se
originan o se mantienen en las características de personalidad de uno de
los miembros. En este sentido, en la perspectiva familiar sistémica se
plantea que las dificultades siempre se originan en el espacio
interaccional de la relación y no en características individuales.

La crisis de la elección de pareja

El momento de la elección de pareja constituye un momento crítico de
decisión, que implica una lucha entre la tendencia a la intimidad en
pareja, y la evitación del compromiso por temor al fracaso. Aparecen los
conflictos, las dudas y los temores de abandonar el hogar paterno para
entregarse a un compañero, renunciando a un sí mismo en pro de la
relación.

 

La tarea en relación a la elección de pareja, implica haber logrado
aptitudes personales (sexuales y emocionales) para una vida en común íntima
y estable.


La elección definitiva puede estar precedida por una etapa de búsqueda
caracterizada por frecuentes cambios, e intentos de demostrar y demostrarse
que se es capaz de conquistar una pareja (Jaley, J. 1985) y esa forma
elevar también el propio sentimiento de estimación. Puede ocurrir que en
esta etapa las relaciones sean todavía narcisistas, exaltadas y
autorreferentes, como resabio de la etapa adolescente. A medida que pasa el
tiempo se produce en el joven un progresivo descubrimiento de las
posibilidades de la relación y también de sus límites y las conquistas van
perdiendo su carácter de juego. Aparece la necesidad de sentirse
íntimamente comprendido por el compañero, mientras él se siente capaz de
ofrecer lo mismo a la pareja.


El matrimonio en el ciclo de vida


El matrimonio representa un hito en el ciclo vital. La relación de
pareja abarca toda la edad adulta, es un proceso a su vez con etapas en que
se superpone la evolución personal, de la pareja y del ciclo vital
familiar.

Hay un momento en que el joven adulto no puede permanecer en el hogar
paterno: no requieren cuidados parentales, no desean vivir como niños pero
todavía son miembros de la generación filial. Tampoco aceptan la autoridad
del padre como jefe de la familia, porque sus objetivos de vida y sus
necesidades son diferentes (incluso divergentes) a las del padre. El joven
se transforma en un miembro adulto del hogar, pero con escasas
prerrogativas.

Sus afectos y motivaciones ya están fuera del hogar, su grupo de
amigos es ahora una importante fuente de gratificaciones. Se concibe el
período de soltería como un momento de libertad y de búsqueda antes de
asumir responsabilidades y restricciones de la vida de pareja, que comienza
a acelerarse por la presión que experimenta ante el hecho de que su grupo
de pares se casa y comienza a sentirse desplazado.

La crisis de la década de los 30

A mediados de la década de los 30 años, se produce el primer balance
de lo que se ha conseguido en el área laboral y de pareja. Se espera que
la persona haya logrado su identidad y sea capaz de responsabilizarse por
sí misma y por los que dependen de ella. La treintena marca la entrada a la
plena adultez social (la sociedad y la familia presiona para que ello
ocurra, si es que no ha ocurrido) Implica la realización de los sueños y se
trabaja para alcanzar una posición social y una identidad individual y de
familia.

Los logros y los conflictos de la década pueden sintetizarse como sigue:

a) Consolidación de la pareja. Ya hay ciertos acuerdos sobre la división
de funciones y de manejo de poder en la díada. Sin embargo todavía
persisten núcleos de inestabilidad, originados por discrepancias entre
las expectativas de uno y otro miembro respecto de la pareja y por lo
que cada uno ve de sí mismo y lo que ve el compañero.
 

b) Resolución del conflicto proximidad/distancia, que implica determinar
hasta donde es posible adaptarse a la relación y al otro sin merma de
sí mismo. La experiencia de fusión en la intimidad puede ser
destructiva, como también puede serlo el sentimiento de sentirse
excluido por el otro, de no "ser uno", no aceptando que el otro pueda
tener sus propios intereses y sentimientos
 

c) Paternidad/maternidad. Actualmente los hijos se han transformado en
una opción que se puede asumir o no. La dualidad de la pareja sufre
una desestabilización con la llegada del primer hijo, no obstante que
a la vez la relación se estabiliza a través de la triangularizacion.
La llegada de los hijos soluciona el conflicto del miedo a la
intimidad, conflicto que reaparece más adelante con su partida del
hogar
 

d) Nueva relación con la familia de origen (en particular los padres) una
vez superada la relación de dependencia tanto afectiva como material

 

 

 

 

 

 

 

 

EDAD ADULTA TEMPRANA

(Recopilación tomada de María del Pilar González Román.  Facultad de Educación: Centro de Formación del Profesorado.Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación. Universidad Complutense de Madrid)

 

La edad adulta no ha interesado a los investigadores hasta bien entrados los años setenta, por lo que no existe tanta documentación como de etapas anteriores. Las tendencias actuales se preocupan de la evolución como un continuo desde que el sujeto es concebido hasta que muere, analizando los cambios que se producen durante toda su existencia que vienen determinados por las influencias ambientales. Por lo tanto, durante esta etapa, el sujeto será el fruto de todo el bagaje y experiencias vividas, tanto a nivel biológico como psicológico y social.

En el comienzo de la edad adulta se van a producir cambios y acontecimientos que crean incertidumbre y tensiones hasta que el sujeto los controla. Estos cambios, base de la responsabilidad que va adquiriendo el sujeto, son el matrimonio, paternidad, trabajo, y todos aquellos hechos relacionados con la edad, pero que cambian según el momento histórico, económico y político que a cada uno le toca vivir.

DESARROLLO FISICO

La edad adulta temprana se caracteriza físicamente por una gran resistencia y energía; su cuerpo está plenamente vigoroso. La estatura se estabiliza alrededor de los 30 años, y la fuerza muscular está en su apogeo sobre los 25. El sujeto tiene una gran agilidad en los dedos y movimientos de sus manos. En cuanto a los sentidos, la agudeza visual y la audición son más perfectos a los 20 años, igual que el gusto, el olfato y la sensibilidad al dolor y la temperatura.

Durante este período los adultos son muy sanos, no tienen enfermedades y ellos mismos se valoran muy bien; si se presenta alguna dificultad, puede ser por causa de accidentes, pero por lo general no existen problemas de salud, siempre sabiendo que existe un pequeño porcentaje de personas con determinadas dolencias crónicas y deterioros.

Como define la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud es «un estado de bienestar completo, físico, mental y social, y no solamente ausencia de enfermedades y achaques». Por lo tanto, el sujeto debe de cuidarse, y para ello lo mejor es una vida sana, con una alimentación equilibrada, con ejercicio de forma regular y la evitación de todo tipo de excesos para no ser presa del estrés. Igualmente puede influir de forma indirecta en la salud la educación, los factores socioeconómicos, el estado social y el sexo.

DESARROLLO INTELECTUAL

El sujeto, a lo largo del ciclo vital, se pregunta qué es lo que debe conocer, cómo y para qué; y en la etapa de la vida adulta, le interesa el conocimiento como forma de resolver los problemas de la responsabilidad que ha adquirido, así el trabajo y la familia. Podríamos decir, que es el momento de mayor auge de la inteligencia práctica, y de cómo resuelva y logre sus objetivos pasará a la edad adulta intermedia con la posibilidad de adquirir nuevas responsabilidades sociales y laborales, así como saber asumir situaciones complejas basándose en estrategias adecuadas.

En el funcionamiento cognitivo del adulto no se producen siempre procesos cognitivos que se ajusten al pensamiento hipotético deductivo. Esto es debido a que no siempre el sujeto adulto es capaz de alcanzar el desarrollo de las operaciones formales. Es cierto que, según la teoría de Piaget, sería así, pero la experiencia ha demostrado que debido a las características individuales de los propios sujetos que inciden en la tarea, no son capaces de resolver determinados problemas a alto nivel cognitivo. En otras ocasiones, dificulta o bien favorece la resolución de problemas, la concepción que se tiene, errónea o no, sobre ciertos datos. También los conocimientos previos que tiene el sujeto, así como la naturaleza de la tarea, pueden incidir en el rendimiento.

Por otra parte, Piaget considera que cuando la situación experimental del sujeto no coincide con los intereses del mismo, puede aparecer un razonamiento de estadios anteriores, es decir, nos podemos encontrar con las operaciones concretas. Luego, el tipo de pensamiento utilizado por el adulto puede venir determinado por las expectativas, la experiencia vivida, errores en las atribuciones, egocentrismo y estado emocional. En todos estos casos no será capaz de procesar adecuadamente la información recibida.

Para una mejor comprensión sobre el proceso de la inteligencia durante la edad adulta, podemos analizar varios enfoques: por una parte, los psicometristas. Éstos se plantean el problema de si la inteligencia aumenta o disminuye, para lo cual se basaron en distintos estudios:

Transversales: se constató que la inteligencia llegaba a su máximo esplendor sobre los 20 años, y luego, poco a poco decaía. Esto nos puede estar indicando diferencias en los grupos más que propiamente en la edad, ya que el nivel educativo de los sujetos puede estar incidiendo en estos resultados.

Longitudinales: se detectaron pérdidas en la inteligencia fluida. Para autores como Cunninghan y Yamarnoto pueden ser de base neurofisiológica. Sin embargo, en estos estudios también se encuentra un incremento en la inteligencia hasta los 50 años, pero esto puede ser debido a que los sujetos se habitúan a estas pruebas y pueden estar manifestando una habilidad hacia la tarea conocida que no es propiamente un incremento intelectual. De todo ello se deduce que no coincidieron ninguno de ellos en sus resultados. Ahora bien, parece ser que los patrones de inteligencia en la edad intermedia se mantienen.

Por otra parte, autores como Cattell y Horn consideran que existen diferencias entre la inteligencia fluida y la cristalizada. Aquélla sería la capacidad para llegar a abstracciones que dependen del funcionamiento neurológico, y por lo tanto, no está supeditado ni a la cultura ni al nivel educativo. Por su parte, la inteligencia cristalizada supone que el sujeto es capaz de recordar la información recibida a través de la experiencia y la educación.

Asimismo, uno de los modelos para el estudio de los estadios cognitivos de la edad adulta sería el auspiciado por K. Warner Schaie. Este autor, en su escala, utiliza varios estadios, limitándonos únicamente, en este momento, a los de las edades que nos interesan.

Adquirir el estadio. Este período abarca desde el final de la adolescencia hasta los 20/30 años. Se adquieren los conocimientos para conseguir una competencia e independencia, y especialmente para lograr las metas que se han propuesto.

Estadio de la responsabilidad. Comprende desde los 30 a los 60 años. Está relacionado con los problemas de la vida práctica y con los problemas de la vida familiar.

Otra postura, sería la de R. Sternberg que, en su teoría triárquica, entiende la inteligencia como elementos o como subteorías. La subteoría componencial, que analiza y evalúa los problemas, es el punto crítico de la inteligencia. El sujeto se plantea cómo analizar los problemas y valorar los resultados obtenidos.

La subteoría experiencial permite comparar la información novedosa con la que ya se tiene automatizada.

Por último, la subteoría contextual es la habilidad para juzgar una situación resolver qué hacer, y adaptarse al entorno o adaptar el entorno. Esta última subteoría sería la base de la vida adulta.

Para el procesamiento de la información, la inteligencia fluida consiste en manejar situaciones nuevas, y que según algunos autores, disminuye en este período de la vida; mientras que la inteligencia cristalizada, habilidad para resolver problemas con material almacenado, se mantiene e incluso se incrementa, sobre todo cuando se utilizan las capacidades intelectuales de forma regular.

Baltes, con su teoría del ciclo vital, considera que la práctica y familiaridad con las tareas son la base del desarrollo y del funcionamiento cognitivo adulto.

En la actualidad, las investigaciones no se basan tanto en el deterioro intelectual de tipo biológico, sino que existe una interacción cognitivo-contextual en la que influyen diferentes factores, como son la edad cronológica, el momento histórico en que le ha tocado vivir y la experiencia individual de cada sujeto. Hay autores que se interesan por el desarrollo del sujeto dentro de un contexto sociocultural, lo que implica una continua evolución según el transcurso de los cambios históricos.

Es importante tener en cuenta que el desarrollo moral del sujeto se basa en su desarrollo cognitivo, es decir, el sujeto pasa de un pensamiento egocéntrico a un pensamiento abstracto, y según las investigaciones se ha comprobado que muchos sujetos de 20 años no han alcanzado los estadios más altos del pensamiento moral de Kohlberg. Por lo tanto, no podríamos hablar de que han alcanzado todavía la etapa adulta.

En la edad adulta intermedia, los estudios psicométricos dicen que los adultos que tienen una capacidad intelectual alta ya la poseían en etapas anteriores; por otra parte, se observa que algunas tareas intelectuales se incrementan en la edad adulta intermedia, como sucede con la inteligencia cristalizada. También las habilidades verbales se potencian en esta etapa, sobre todo, en aquellos sujetos que de forma continua estimulan su desarrollo intelectual mediante el trabajo y la lectura. Otras veces, los malos resultados de los adultos en tareas de tipo intelectual se puede deber a la falta de motivación para realizar el trabajo que se le ha presentado, o bien que éste no es apropiado para dicho sujeto.

DESARROLLO SOCIAL

Es una etapa de la vida en la que la socialización es básica, ya que el sujeto pasa de una existencia sin responsabilidades a formar una Familia, con todo lo que ello supone, además de unas exigencias de horario de trabajo debidas a su nueva actividad laboral. Este es un cambio espectacular de obligaciones y deberes, tanto en la planificación de su futuro, como en la estructura de una nueva vida. Todo esto implica un giro en su estatus social y, por supuesto, en sus relaciones sociales y comportamientos. Todos los cambios que se producen en la edad adulta nos indican que los aspectos sociales son la clave de la madurez. Ya veíamos cómo a nivel cognitivo el sujeto, durante esta etapa, necesita volcarse en la sociedad, ayudar a sus hijos y poner las bases de la estructura social.

Lo que especialmente marca el cambio de vida del sujeto, no es tanto la edad, sino la época y la sociedad en la que le ha tocado vivir. El sujeto irá actuando en cada momento según las exigencias que determinan los roles y estatus sobre los que va pasando. Además, cada momento socio-histórico tiene sus normas y tareas.

Bronfenbrenner considera que los adultos tienen más influencias y presiones sociales, econóniicas y culturales que en otras etapas de la vida, lo cual afecta a su evolución. Dicho autor, en su modelo proceso-guión-persona-contexto, analiza la interacción persona-ambiente. Coincidiendo con algunos de sus postulados, tenemos el modelo que estudia la adaptación del adulto a su entorno, representado por Lawton-Nahemow. Este autor considera que existe una interacción entre la competencia y la presión ambiental. En este sentido, entiende por competencia, la capacidad que tiene el sujeto en todos los aspectos personales, como son una buena salud biológica, facilidad para desenvolverse en la vida diaria, pensamiento abstracto y correcto procesamiento de la información, y sabe utilizar su tiempo libre con actividades, descanso y aficiones. De la misma forma, en su conducta social desarrolla los roles establecidos a nivel familiar y de estructuras.

Todos estos aspectos originan gran variabilidad entre los sujetos. Por otra parte, la presión ambiental estaría formada por aquellos estímulos que recibe el sujeto y ponen en movimiento su conducta. Para que el sujeto se encuentre cómodo es necesario que equilibre sus habilidades con las necesidades del entorno.

Durante la edad adulta temprana, se van a producir en el sujeto cambios transcendentales. Va a elegir un compañero con el que compartir su vida, lo que supone un aprendizaje en la convivencia y un cambio en su estado social. Suele ser el momento de su primer trabajo, con sus incertidumbres y su integración en un grupo social determinado; con amistades nuevas. Ahora bien, todo gira en torno a dos pilares fundamentales: la familia y el trabajo.

De la persona adulta se esperan unas actitudes, acciones y comportamientos propios de su rol: marido, padre, trabajador, que varían en función de los acontecimientos históricos, la industrialización, las fluctuaciones económicas y culturales.

Adquirir los roles familiares puede venir determinado por búsqueda de intimidad y el miedo al aislamiento. Algunos autores consideran que, entre la edad adulta temprana y la media, se da un período de transición o crisis, en el cual el sujeto se replantea su vida. Esto coincide con un pequeño declive físico, con la pérdida de los padres, la adolescencia de los hijos, la crisis matrimonial e, incluso, posibles cambios de trabajo. Otros autores consideran que estas crisis se producen sólo en aquellos sujetos con inestabilidad psicológica y con determinadas tendencias neuroticistas desde la adolescencia.

PERSONALIDAD

Aunque existen diferentes teorías que consideran la personalidad de una forma estática, debemos entender que el sujeto adulto es el producto de las experiencias vividas a lo largo de su ciclo vital.  Para este estudio, analizaremos dos posturas fundamentales: las representadas por Erikson y Levinson, teniendo en cuenta las dos etapas de la vida adulta. En primer lugar, para Erikson, el problema de la edad adulta temprana es intimidad versus aislamiento. Los sujetos adultos buscan la intimidad y el compromiso con otras personas, y si no lo consiguen o temen hacerlo, se aíslan. Para conseguir una relación íntima es necesario compromiso y sacrificio. Pero en primer lugar, un sentido de la identidad que se debe de haber fraguado a lo largo de la adolescencia.

Por su parte, Levinson considera que todo adulto tiene una estructura de la vida, en la que incluye aspectos internos y externos: lugares, gentes, instituciones, casos, valores, causas, sueños, emociones, y todo esto unido en torno al trabajo y la familia. Pero además pueden existir acontecimientos que hagan cambiar sus estructuras de vida, como son libros interesantes que lea, situaciones sociales, o cualquier acontecimiento de la vida que pueda influir en su desarrollo personal.

En la edad adulta temprana, el sujeto entra en el mundo adulto, se establecen compromisos de matrimonio y de trabajo. Se plantean metas y expectativas profesionales. Cuando no se cumplen o el sujeto tiene una pérdida de afirmación, aparece una crisis emocional. Para este autor, el paso de la edad temprana a la intermedia supone un aprendizaje de reglas. Asimismo, en este paso el hombre se plantea la dura realidad de la mortalidad. Este tema le puede provocar una crisis; se siente perturbado e, incluso, llega a actuar de forma irracional; sin embargo, esta reflexión puede ser saludable dado que puede plantearse la vida de una forma más realista y adecuada a sus circunstancias.

 

MATRIMONIO E HIJOS

Es durante la edad temprana, cuando los sujetos toman la decisión de casarse, quedarse solteros, dedicarse a su vocación, o bien, vivir formando pareja con otra persona Esto implica una gran determinación, ya que una relación íntima supone un compromiso que está siempre fundamentado en el amor; sobre él se ha hablado mucho. En este sentido, hay autores que dicen que las personas se interesan por aquellas que tienen cualidades muy afines y gustos similares a los suyos; mientras que otros consideran que los polos distintos son los que más se atraen. Lo importante es saber los resultados de las diferentes investigaciones, según las cuales aparecen cuatro aspectos como los más importantes en toda relación: emocional, cognitivo, físico y de intimidad.

STERNBERG y WHITNEY (1991), en su teoría triangular sobre el amor, establecen tres ingredientes fundamentales para que una relación sea estable y gratificante: compromiso, intimidad y pasión.

Asimismo, se ha podido comprobar que los jóvenes y los adultos de edad intermedia son más realistas a la hora de analizar y de valorar los puntos fuertes y débiles de las personas que aman, mientras que los adolescentes y los adultos de más edad tienden a idealizar a sus parejas. También se encontró que la intimidad física era mas importante en la adolescencia y edad temprana, mientras que en la edad adulta predominaba la intimidad afectiva y romántica, así como que las parejas eran más felices cuanto más equilibradas estaban.

El matrimonio existe y existirá y la mayoría de los adultos se casan en la edad temprana, aunque en épocas anteriores la gente se casaba más joven y como los cónyuges morían pronto, daba origen a varios matrimonios. Otros vivían y envejecían juntos, pero lo que destacaba era la gran cantidad de hijos. En el momento presente los jóvenes se casan más tarde y tienen, por término medio, entre uno o dos hijos.

Actualmente, el acontecimiento más frecuente en el matrimonio son las rupturas de hecho o de derecho, que en algunos casos pueden alterar el desarrollo normal de los hijos e, incluso, crear problemas a alguno de los miembros de la pareja. El matrimonio se comprueba, a través de la historia y de las diferentes culturas, que satisface las necesidades fundamentales. A nivel personal, porque implica intimidad y, a nivel social, porque asegura la formación y educación de los hijos mediante un compromiso estable.


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