sábado, 5 de junio de 2010

Algunas consideraciones psicoanalíticas sobre la demencia

Algunas consideraciones psicoanalíticas sobre la demencia



Todos tenemos olvidos. Pero evidentemente no todo olvido es una demencia, ni Alzheimer. Que no cunda el pánico cuando tenemos algún olvido. Los temores a veces son la expresión de un deseo. Entonces, un temor exagerado a tener Alzheimer u otro tipo de demencia podría ser la expresión de un deseo de enfermar de eso. Y aunque resulte extraño que un humano pueda desearse un mal, sucede. Otra cosa importante a tener en cuenta es que el olvido es un mecanismo psíquico normal, no podemos recordar constantemente todo lo que nos ha sucedido. Como vemos, olvidar es un índice de salud, y además, los olvidos no son al azar, ni siquiera en las demencias, si las estudiamos minuciosamente, uno olvida aquello de lo que nada quiere saber, de lo que no se quiere acordar.

La Demencia tipo Alzheimer repercute sobre la dinámica psíquica del individuo. La psiquis debe agenciarse de nuevos mecanismos de adaptación (llámese neuroplasticidad o reacomodación pulsional, quizá son la misma cosa...) ante los cambios degenerativos en el cerebro. Cómo se defiende el paciente que ve su autonomía desvanecerse, una realidad difícil de aceptar o de “digerir”... y lo peor: que se trata de una realidad intrapsiquica.

La mayoría de estos mecanismos tienen que ver con “el tiempo psíquico”, como por ejemplo la regresión, la repetición y el síndrome del deslizamiento. Estos ayudan a suplir, a través del tiempo psíquico pretérito, las perdidas de capacidades actuales, la imposibilidad de “registrar” los eventos y de poder reaccionar en correspondencia.

La regresión es un “viaje en retroceso” a otros modos de satisfacción ya sobrepasados en la historia del sujeto. Según la gravedad de la enfermedad, el paciente puede regresar a modos anales o orales de satisfacción. El individuo retorna a los objetos de amor de la infancia o puede replegarse en el auto-amor. Los que rodean al paciente (frecuentemente los hijos) adoptan entonces el rol de los objetos de amor o de frustración de la infancia (los padres) Un ejemplo es la regresión al estado de “NO” del niño, que refuta todo en permanencia.

La repetición tiene algo que ver con la regresión, pero en este caso se trata de un mecanismo (igual inconsciente) consistente en la reproducción de un evento, una representación o un afecto del pasado, a través de un síntoma en el presente, generalmente “ruidoso” (un grito, un gesto agresivo, un comportamiento bizarro) que inquieta a los familiares y que suele motivar hospitalizaciones.

El síndrome del deslizamiento es una descompensación rápida del estado general de un paciente aquejado de la DA, consecuente de alguna otra afección aguda, por ejemplo: un proceso infeccioso o inflamatorio, traumatismo psíquico o físico, intervención quirúrgica, etc. El síndrome aparece cuando el sujeto se encuentra en la convalecencia de la susodicha enfermedad somática. La persona parece renunciar concientemente a vivir: ausencia de apetito y de sed, expresión clara de un deseo de morir, incontinencia (o retención) urinaria y fecal, confusión, deshidratación. Se trata de una regresión grave y masiva, un deseo de retorno al estado inorgánico.

Cualquier otro tipo de mecanismo de defensa psíquico puede aparecer o exacerbarse durante la evolución de una DA, los que serian determinados por el funcionamiento psíquico del individuo. Por ejemplo: Un paranoico podrá sentirse aun mas perseguido.

La depresión puede acompañar igualmente la evolución de la enfermedad. Desde el punto de vista sicoanalítico, un origen de la depresión en el sujeto demente puede encontrarse en el conflicto que se origina entre un Yo que se debilita y la angustia de muerte que se acrecienta. Estos es: un narcisismo (el amor a si mismo) que se desvanece al compás de la perdida de las capacidades intelectuales, del envejecimiento del cuerpo y de la libido, del aislamiento social en un mundo que cambia vertiginosamente… En fin, un Yo desvalorizado incapaz de afrontar la muerte de los contemporáneos y la muerte propia que se avecina. El ultimo recurso del demente: el Yo que estalla, que se sacrifica para no sufrir. Es el caso del Síndrome de deslizamiento: el individuo se alía a la muerte y ya no hay angustia.


Modos de concebir la vejez

Modos de concebir la vejez:

Al adentrarse en la temática de la adultez mayor llega un momento en que se hace relevante conceptualizar qué se va a entender por vejez. Esto, ya que existen diversas formas de definirla y porque además es difícil determinar el momento exacto en que ésta comienza. La vejez no suele mostrar indicios de un comienzo tan claro, como por ejemplo en la adolescencia, la cual se inicia en el momento de la pubertad. La entrada a la categoría de adulto mayor, se produce mediante un proceso más difícil de percibir y, por tener como base biológica el envejecimiento celular, posiblemente comienza pronto en la vida, incluso cuando termina el desarrollo infantil y adolescente (Buendía, 1994).

Históricamente, se han generado diferentes concepciones de adultez mayor por los distintos autores interesados en la vejez, entre los cuales se mencionan:

Tabla 1. Modos de concebir la vejez según varios autores.

Barros (1969)

Quesney

De Beauvoir

Mideplan (1993)

Otros

Como una categoría de edad que incide en las oportunidades que la sociedad ofrece a tales individuos, así como en el prestigio y comportamiento de ellos

Habla de una ‘minoría ignorada’, en tanto sus problemas no son considerados importantes ni prioritarios por las mayorías

La vejez sólo puede ser entendida como totalidad, no es sólo un hecho biológico sino cultural

La enfoca desde el punto de vista individual, en el cual el tema puede verse como un proceso biológico y como un proceso social, sin desconocer que se trata de un fenómeno inherente a la condición humana.

Desde el punto de vista biológico y psíquico, coinciden en definir la ancianidad en términos del deterioro de ciertas funciones

Adaptado de Padilla, Varela y Vega (1994), pp. 9- 10.

Tal como se puede deducir de la Tabla 1 cada investigador, según su ámbito de estudio, va a definir la vejez poniendo énfasis en distintas áreas: en las oportunidades que le ofrece la sociedad a los individuos, en lo sociológico, en lo cultural, en un punto de vista individual, biológico y psíquico. Posiblemente, sería de mayor utilidad tener una visión integracionista de esta etapa del desarrollo, que vincule las distintas variables que están interviniendo en el proceso de envejecimiento.

En el mismo sentido, es posible señalar que las diversas formas de definir el fenómeno han sido agrupadas en tres concepciones generales de vejez:

i. Vejez cronológica:La ancianidad se define por el hecho de haber cumplido los 60-65 años de edad. Esta será objetiva en su medida ya que, todas las personas nacidas en la misma fecha tendrán la misma edad cronológica y formarán parte de la misma cohorte. Esta edad cronológica es un dato importante, sin embargo no es determinante ya que, a ella se suman otras condiciones personales y ambientales que se conjugan para determinar el estado global de una persona (Moragas, 1991).

Si bien, la edad cronológica es un punto de referencia es, en general y en base a esta definición, que se tiende a homogeneizar el proceso de envejecimiento y a unificarlo como un todo. Sin embargo y, aunque las investigaciones señalan que es un grupo etáreo muy heterogéneo, con diversas necesidades, motivaciones e intereses (producto, probablemente, de las distintas historias de vida de cada persona), es en ésta reducción en la que se han apoyado muchos estereotipos populares, englobando bajo el concepto de decrepitud a todo el proceso de envejecimiento.

ii. Vejez funcional:Corresponde a la utilización del término ‘viejo’ como sinónimo de incapaz o limitado y refleja la asimilación tradicional de vejez y limitaciones” (Moragas, 1991, p. 23). Suele relacionarse con la capacidad funcional que el sujeto posee de contribuir al trabajo y por la utilidad que puede reportar el individuo de cara al grupo social al que pertenece. Abala, Bunout y García (2001) aportan a esta definición, planteando que la entrada oficial a la vejez se da en la sociedad moderna con la jubilación. Esta última significa el término del desempeño de importantes roles sociales. Los conceptos de jubilado, sector pasivo, entre otros, responden a claras imágenes sociales que estigmatizan a quienes las viven.

iii. Vejez, etapa final: Se trata de una concepción más moderna que se basa en el reconocimiento de que el pasar del tiempo produce efectos en la persona, la que ingresa en una etapa diferente a las vividas con anterioridad, que posee características propias (Moragas, 1991). Lo destacable de esta concepción, es que permite ver a la vejez como un momento más del ciclo vital y, por lo tanto, susceptible de tratamiento socializador como cualquier otra etapa evolutiva.

Considerando lo anterior, para efectos del presente trabajo se utilizará una definición de adulto mayor que considera tanto la categoría de edad cronológica como la de etapa final. De este modo, se entenderá por adulto mayor a “la parte de la población comprendida en el grupo de más de 60 años de edad” (Schulz, 1992, p. 12). Es relevante agregar que al hablar de adulto mayor se estará considerando tanto la tercera como la cuarta edad. Esta última denominación se ha comenzado a usar ya que se ha observado un aumento tal de la población de más edad, que se ha hecho necesario hablar de una cuarta edad que va más allá de los 80 años (Corbalán, 2000). Además, la vejez se considerará como una etapa más de la experiencia humana, con sus propias características, que puede y debe ser una fase positiva de desarrollo individual y social.

Es importante aclarar que en este trabajo serán considerados como sinónimos los siguientes términos: adulto mayor, anciano, mayor, persona mayor, tercera edad o vejez.

2.1.3. Teorías del envejecimiento:

Así como se han desarrollado conceptualizaciones en torno a la adultez mayor, también se ha teorizado al respecto.Dentro de la literatura sobre el envejecimiento es posible encontrar una gama de teorías pertenecientes a distintos ámbitos de estudio tales como: el de la biología, psicología, sociología, teoríasde la familia, antropología, entre otros. No obstante, todas estas teorías convergen en orientarse fundamentalmente hacia la intervención; “se trata de dar respuesta a la pregunta de qué se requiere para envejecer con éxito; qué deben hacer las personas de edad;qué debería hacer la sociedad por ellos” (Hooyman & Kayak, 1991 citado en Buendía, 1994, p. 58).

Dentro de las diversas teorías que se han incluido por la gerontologíaNote1. , pueden destacarse las siguientes:

i. Teoría de la desvinculación: Esta teoría denominada también como teoría del desacoplamiento o retraimiento, fue formulada en su origen por Elaine Cumming y William Henry en 1961. En sus postulados sostiene que el envejecimiento conlleva a “un decrecimiento de la interacción entre la persona que envejece y las demás personas en el medio social al que pertenece” (Bazo, 1990, p. 9). Esta “disminución de la actividad e interacción social es fruto de un abandono mutuo, natural y de carácter adaptativo. Se da un proceso gradual de desconexión y se entiende que es la forma correcta de envejecer” (Yanguas, Leturia, F., Leturia, M. & Uriarte, 1998, p. 37).

Se plantea además, que dicha situación resulta gratificante tanto para el sujeto como para la sociedad y que puede ser iniciado tanto por uno, como por otro actor. “La teoría implica que ambos se preparan por anticipado para el último abandono de la persona, cuando ya solamente le esperan la enfermedad y la muerte” (Bazo, 1990, p. 9).

Desde esta postura la retirada de los ancianos o ancianas va poniendo el poder a disposición de los más jóvenes, agregándose además, que “al retirarse abandonan también su rol principal, lo que conlleva la disminución de la interacción social” (Bazo, 1990, p. 9). Ante lo expuesto, una crítica esencial se refiere a que existen muchas personas que no se desvinculan ni desean hacerlo y que se sienten felices de mantenerse activas en lo que hacen.

ii. Teoría de la actividad: Esta teoría fue planteada en oposición a la anterior, por Robert Harvighurst en 1968, quién sostuvo que “el envejecimiento normal implica el mantenimiento de las actitudes y actividades habituales de la persona tanto tiempo como sea posible” (Bazo, 1990, p. 10). A partir de esta postura, y para el presente trabajo, se cree que para envejecer bien y sentir mayor satisfacción, hay que mantenerse activo y comprometido. Esto ya que, al momento de abordar el tema de la jubilación, parece adecuado adherirse a lo que plantean diversos autores con respecto a que las personas se conservan más sanas mientras se mantienen activas. De hecho, tal como plantean Blanco et al. (1991):

Todas las investigaciones ponen de manifiesto que las personas de la tercera edad que se mantienen activas y siguen siendo emprendedoras, se muestran más felices y cuentan con una mejor auto imagen que aquellas otras que se sumen en la pasividad y el aislamiento (…). Es cierto que aquellos que mantienen sus compromisos sociales viven más satisfechos. (p.145)

iii. Teoría del apego: Kalish y Knudtson en 1976, propusieron que el apego como compromiso afectivo con objetos o individuos, produce una sensación de dominio sobre el mundo, que en los mayores puede estar disminuida. Como consecuencia de esta situación, se puede pasar de lo social a lo personal, individual o interno, quedando la conducta controlada preferentemente por la historia personal (Yanguas, Leturia, F., Leturia, M. & Uriarte, 1998).

iv. Teoría del etiquetaje: V. Bengston plantea que esta postura puede ayudar a explicar algunas conductas de los ancianos, como aquellas que en este caso, se pueden presentar a consecuencia del etiquetar a una persona como senil o dependiente. Dicho etiquetaje, llevará a que las personas que pertenecen a este grupo sean percibidas y tratadas según el significado social de la etiqueta, lo cual influirá en la conducta de los ancianos. (Bazo, 1990). Pese a ser una teoría interesante, se ve limitada por la generalidad de sus términos.

v. Teoría de la continuidad: Esta propuesta realizada por Atchley en 1971, “sostiene que en el proceso de envejecimiento la persona está predispuesta hacia el mantenimiento de la estabilidad tanto en sus costumbres o asociaciones como en sus preferencias y estado de vida que ha desarrollado a lo largo de los años” (Bazo, 1990, p. 10). Además, el autor propone la conveniencia de la continuidad en el ciclo vital, evitándose rupturas o cortes.

En general, este conjunto de teorías nos dan una visión global, donde probablemente cada una por si sola no es suficiente para acercarse a una comprensión más acabada sobre el proceso de envejecer, siendo postulados que posiblemente requieran de mayor profundización e integración. Lo que sí parece quedar claro, es que el adherirse a la teoría de la actividad permite una visión más positiva del envejecimiento, que incentiva a promover esta etapa viéndola como más sana y fecunda. Lo que abre la posibilidad de generar cambios e intervenciones en pro de una mejor calidad de vida.

 


Trastornos y patologías de la vejez

Trastornos y patologías de la vejez

Lic. Rita Giardino

Psicóloga Clínica

 

LA DEPRESIÓN EN LA VEJEZ

Es erróneo creer que es normal que los ancianos se depriman. Por el contrario, la mayoría de las personas de edad se sienten satisfechas con sus vidas. Cuando un anciano se deprime, a veces su depresión se considera erróneamente un aspecto normal de la vejez.

La depresión en las personas de la tercera edad es un importante problema de salud mental por su mayor gravedad, su elevado riesgo de suicidio y las dificultades que puede ofrecer para su correcta identificación, ya que el anciano frecuentemente padece al mismo tiempo enfermedades crónico degenerativas como la diabetes, la hipertensión, cáncer, o incluso otros padecimientos del sistema nervioso central como

 

Parkinson y Alzheimer.

Es importante destacar el fuerte riesgo de suicidio que tiene la persona deprimida en esta edad, cuatro veces mayor que los deprimidos de menor edad. Existen una serie de variables que se asocian con este riesgo, entre las que destacan, la ausencia de apoyo familiar, mala salud física, alcoholismo y sentimiento de culpa, entre otras. Desafortunadamente, la depresión senil no recibe la atención que merece por su magnitud y trascendencia y sólo un escaso porcentaje de ancianos con depresión recibe un tratamiento adecuado.

 

El hecho de que se considere a la depresión como una consecuencia lógica del envejecimiento, constituye un factor muy importante que actúa negativamente en detectar el padecimiento. Cuando la persona de edad va al médico, puede solo describir síntomas físicos. Esto pasa por que el anciano puede ser reacio a hablar de su desesperanza y tristeza. La

persona mayor puede no querer hablar de su falta de interés en las actividades normalmente placenteras, o de su pena después de la muerte de un ser querido, incluso cuando el duelo se prolonga por mucho tiempo.

 

Entre los factores que favorecen la aparición de depresión en la tercera edad, se encuentran los cambios biológicos o bioquímico-cerebrales, enfermedades y las limitaciones psicofísicas, además de los distintos acontecimientos desfavorables que va sufriendo a lo largo de la vida, como la pérdida de familiares y amigos, la jubilación que implica una pérdida económica y privación de status social y prestigio y el rechazo familiar, entre otros.

 

Si se hace el diagnóstico de depresión, el tratamiento con medicamentos o psicoterapia ayuda a que la persona deprimida recupere su capacidad para tener una vida feliz y satisfactoria. La investigación científica reciente indica que la psicoterapia breve es efectiva para reducir a corto plazo los síntomas de la depresión en personas mayores. La psicoterapia también es útil cuando los pacientes ancianos no pueden o no quieren tomar medicamentos.

 

Síntomas

Aunque el síntoma básico es la tristeza vital, el anciano suele “enmascararla” con quejas relativas a síntomas físicos inespecíficos. El anciano con cierta frecuencia se queja de que la tristeza surge dentro o que se arraiga en el pecho o en el vientre, sin embargo, la depresión se puede diferenciar de un episodio de tristeza por la duración de tiempo. La señal más temprana de depresión es la disminución de la capacidad para experimentar placer, felicidad o bienestar. El anciano ya no muestra interés alguno por sus ocupaciones favoritas, nada le ilusiona, nada le llama la atención. Más adelante, puede experimentar angustia en mayor o menor grado, acompañada de dolores de cabeza, diarrea, bolo esofágico, tensión muscular, agitaciones y dolores diversos inespecíficos.

 

Con frecuencia, el anciano sufre alteraciones del sueño, siendo el insomnio la más común; puede encontrarse irritable, ya sea en un estado general de malhumor o simplemente intolerante ante motivos mínimos, y en la mayoría de los casos, los hombres pueden perder peso y apetito; mientras que en las mujeres se incrementa. Características clínicas de las depresiones seniles:

 

 

Agitación frecuente.

Ansiedad y quejas somáticas diversas.

Disminución de memoria, raciocinio y concentración.

Mayor riesgo suicida.

Humor deprimido

Rápida progresión de los síntomas

Comienzo del trastorno bastante preciso

Frecuentes respuestas de “no sé”

 

SUICIDIO

Los factores físicos y la funcionalidad, el numero de enfermedades crónicas, el grado de discapacidad fueron analizados en diferentes estudios encontrándose asociación entre estos y el "deseo a morir", sin embargo en la mayoría de los casos estos se asociaban a problemas psicológicos especialmente la depresión. La discapacidad física puede ser un fuerte predictor de suicidio especialmente en hombres por lo que es necesario remarcar la importancia de una evaluación psiquiátrica.

 

Dentro de los factores sociales asociados a suicidio se encuentran el aislamiento y falta de soporte social. La religiosidad y espiritualidad fueron encontrados como factores protectores en ancianos. Los divorciados, solteros y viudos presentan mayor riesgo que los casados. Los factores precipitantes mas frecuentemente reportados en las  ultimas semanas previas al suicidio fueron la enfermedad física y la perdida de algún familiar, con menor importancia en problemas interpersonales, legales, financieros o de trabajo frecuentes en grupos etarios mas jóvenes.

 

DEMENCIA SENIL

Definimos la demencia senil como un síndrome mental orgánica que se caracteriza por un deterioro de la memoria a corto y largo plazo, asociado a trastornos del pensamiento abstracto, juicio, funciones corticales superiores y modificaciones de la personalidad. Todas estas alteraciones son lo suficientemente graves como para interferir significativamente en las actividades de relación, laborales o sociales. Aparecen como rasgos asociados a la demencia: ansiedad, síntomas obsesivos, aislamiento social, ideación paranoide o celotipia y vulnerabilidad incrementada al estres.

 

La edad de comienzo de la demencia senil es después de los 65 años, aunque existe otra demencia de inicio presenil. El curso de acuerdo con la terapéutica puede ser, progresivo, estático o reversible (hipotiroidismo, hematoma subdural, hidrocefalia normotensiva). Según la etiologia puede ser de inicio brusco y curso estable (enfermedad neurológica), de inicio insidioso y curso lentamente progresivo (enfermedad degenerativa) y de inicio y curso lentos (tumores, hematoma subdural, metabolopatias, etc.)

 

El deterioro del estado general es variable. Leve, cuando conserva la capacidad de independencia, con un juicio relativamente intacto y una adecuada higiene personal; moderado, cuando necesita algún grado de supervisión y grave, cuando necesita supervisión continua, con estado vegetativo. A lo largo de la evolución de la enfermedad aparecen una serie de complicaciones, auto y heteroagresividad, delirio, traumatismos, infecciones diversas, desorientación temporoespacial, etc. Destacando la demencia tipo Alzheimer como la más común.

 

Tenemos que hacer un diagnóstico diferencial de la demencia senil, fundamentalmente con el envejecimiento normal, delirium, esquizofrenia, episodios de depresión mayor y otros trastornos con síntomas de deterioro cognoscitivo.

 

Características clínicas de la demencia senil:

- Pruebas evidentes de deterioro de la memoria a corto plazo (incapacidad para recordar el nombre de tres objetos al cabo de cinco minutos) y a largo plazo (incapacidad para recordar información que le era conocida en el pasado o conocidos por todos).

- Deterioro del pensamiento abstracto (dificultad para definir conceptos, semejanzas, significado de términos, etc.)

- Deterioro de la capacidad de juicio (incapacidad de resolver problemas relacionados con la vida diaria, laboral, social, incapacidad de planificar, etc. )

- Otros trastornos corticales superiores, como afasia, apraxia, agnosia y dificultades constructivas.

- Modificaciones en la personalidad (alteración o acentuación de rasgos premórbidos).

 

Síntomas

Los síntomas de la demencia podemos clasificarlos en:

 

1.- Cognoscitivos o neurológicos:

Amnesia, afasia expresiva y receptiva, apraxia, agnosia, trastornos del aprendizaje, desorientación, convulsiones, contracturas musculares, alteraciones de los reflejos, temblor, incoordinación motora.

 

2.- Funcionales:

Dificultad para caminar, comer, asearse, vestirse, realizar las tareas del hogar y en general las de la vida diaria.

 

3.- Conductuales:

Reacciones catastróficas, cuadros de furor, episodios maníaco-depresivos, violencia, apatía, vagabundeo, trastornos del sueño, lenguaje obsceno, alucinaciones, ideación delirante, robos, paranoia, trastornos del juicio, conductas paradójicas, trastornos sexuales, inadaptación social, trastornos de personalidad.

 

4.- Síntomas asociados:

Delirium, alteraciones sensoriales (auditivas, visuales, gustativas, olfativas), con otras patologias (cardiopatías,artritis, artrosis, diabetes, osteoporosis).

 

ALZHEIMER

Entre las demencias neurodegenerativas, la más frecuente es la enfermedad de Alzheimer. Las pérdidas graduales de memoria y atención se acompañan de afasia, apraxia, agnosia y alteraciones de la percepción visual espacial; este cuadro sintomático se completa con las alteraciones emocionales, inestabilidad psíquica y cambios de la personalidad propios de los estadíos avanzados.

 

Relacionado con este cuadro se han descrito varias alteraciones patológicas entre las que destacan una marcada atrofia de la corteza cerebral, la pérdida de neuronas corticales y subcorticales, la formación de placas seniles Obviamente, estos cambios profundos de la cognición y la personalidad deben estar asociados a una pérdida de eficacia de la neurotransmisión en varias sinapsis y centros cerebrales.

 

Las demencias en general y la enfermedad de Alzheimer en particular se caracterizan por el deterioro progresivo de las facultades físicas y mentales de los pacientes que conducen a una situación de total dependencia de una tercera persona para poder subsistir. Por ello, cuando una persona padece Alzheimer, toda la familia sufre la enfermedad en mayor o menor medida.

Aparecen numerosos problemas relacionados, por ejemplo, con el aseo, la alimentación, la incontinencia de esfínteres, el sueño nocturno o la disposición del hogar.

 

Síntomas:

Alteraciones en el aseo

Alteraciones en la alimentación

Incontinencia de esfínteres

Alteraciones en el sueño nocturno

Alteraciones en el reconocimiento de personas o lugares

Conductas paranoides

 

 

 

 

 

Intervención psicosocial

 

Existen ciertas evidencias de que la estimulación de las capacidades cognitivas ayuda a ralentizar la pérdida de estas funciones y habilidades. Esta estimulación consiste en trabajar aquellas áreas que aún conserva el paciente, de forma que el entrenamiento permita compensar las pérdidas que el paciente está sufriendo con la enfermedad.

 

Las intervenciones psicosociales se usan conjuntamente con el tratamiento farmacológico y se clasifican en abordajes orientados al comportamiento, las emociones, lo cognitivo y la estimulación. Las investigaciones sobre la efectividad de estas intervenciones aún no se encuentran disponibles y, de hecho, rara vez son específicas a la EA, enfocándose en la demencia en general.[118]

 

Las intervenciones en el área del comportamiento intentan identificar y reducir los antecedentes y consecuencias de los problemas de conducta. Este abordaje no ha mostrado éxito en mejorar el funcionamiento general del paciente, en especial en relación con su entorno,[119] pero ha podido ayudar a reducir ciertos problemas específicos de comportamiento, como la incontinencia urinaria.[120] Existe aún una falta de datos de calidad sobre la efectividad de estas técnicas en otros problemas como las deambulaciones del paciente.[121] [122]

 

Las intervenciones orientadas a las emociones incluyen la terapia de validación, la terapia de reminiscencia, la psicoterapia de apoyo, la integración sensorial (también denominada snoezelen) y la terapia de presencia estimuladora. La psicoterapia de apoyo ha tenido poco estudio científico formal, pero algunos especialistas le encuentran utilidad en pacientes con trastornos leves.[118] La terapia de reminiscencia incluye la discusión de experiencias del pasado de manera individual o en grupo, muchas veces con la ayuda de fotografías, objetos del hogar, música y grabaciones u otras pertenencias del pasado. Igualmente, en esta terapia, no hay muchos estudios de calidad sobre su efectividad, aunque puede resultar beneficiosa para la reestructuración cognitiva y el humor.[123] La terapia con presencias estimuladas se basa en las teorías de la adherencia e implica escuchar voces grabadas de los familiares y seres más cercanos del paciente con Alzheimer. Las evidencias preliminares indican que dichas actividades reducen la ansiedad y los comportamientos desafiantes.[124] [125]

 

Finalmente, la terapia de validación se basa en la aceptación de la realidad y la experiencia personal de otras personas, mientras que la integración sensorial se basa en ejercicios guiados que estimulan los sentidos. Aún no hay suficientes evidencias que apoyen el uso de estas terapias en pacientes con Alzheimer.[126] [127]

 

La finalidad de las terapias cognitivo-conductuales, que incluyen la orientación y la rehabilitación cognitiva, es reducir las distorsiones cognitivas. La orientación hacia la realidad consiste en la presentación de información acerca de la época, el lugar o la persona con el fin de aliviar su entendimiento acerca de sus alrededores y el lugar que ellos juegan en dichos sitios. Por el otro lado, el entrenamiento cognitivo intenta mejorar las capacidades debilitadas al ejercitar las habilidades mentales del paciente. Ambos ejercicios han mostrado cierta efectividad en el mejoramiento de las capacidades cognitivas.[128] [129] Sin embargo, en algunos estudios, estos efectos fueron transitorios y en otros tenían un efecto negativo, pues añadían frustración al paciente, según los reportes.[118]

 

Los tratamientos orientados a la estimulación incluyen la arteterapia, la musicoterapia y las terapias asistidas por mascotas, el ejercicio físico y cualquier actividad recreacional. La estimulación tiene apoyo modesto al ser aplicado con la intención de mejorar la conducta, el humor y, en menor grado, el funcionamiento del paciente. Sin embargo, si bien son efectos importantes, el principal beneficio reportado entre las terapias de estimulación es el mejoramiento en las rutinas de la vida diaria del paciente.[118]

 

Cuidados

 

Debido a que el Alzheimer no tiene cura, con el tiempo el cae en un estado de imposibilidad de autosuficiencia para cuidar de sí mismos, por lo que los cuidados por terceros son una medida vital para esa deficiencia y deben ser abordados cuidadosamente durante el curso de la enfermedad.

 

En las fases tempranas y moderadas, las modificaciones al ambiente donde vive el paciente y a su estilo de vida, pueden darle seguridad y reducirle las cargas al cuidador.[130] [131] Algunos ejemplos de dichas modificaciones son la adherencia a rutinas simplificadas, como son la colocación de candados, el etiquetado de los objetos del hogar y el uso de utensilios modificados para la vida diaria.[132] [133] [118] Puede llegar el punto en que el paciente no sea capaz de alimentarse a si mismo, de modo que debe empezar a ingerir sus alimentos en porciones más pequeñas o en dietas no sólidas con la ayuda de otras personas.[134] Cuando aparezca una dificultad para tragar, puede que sea indicado el uso de sondas gástricas. En tales casos, la efectividad médica y ética de tener que continuar alimentando al paciente son consideraciones importantes que deben tomar los cuidadores y los familiares del individuo.[135] [136] El uso de restricciones físicas rara vez se indica en cualquier fase de la enfermedad, aunque hay situaciones en que son necesarias para prevenir que el paciente con Alzheimer se dañe a sí mismo o a terceros.[118]

 

A medida que progresa la enfermedad, pueden aparecer distintos manifestaciones médicas, como las enfermedades orales y dentales, úlceras de presión, desnutrición, problemas de higiene o infecciones respiratorias, urinarias, de la piel o los ojos, entre otras. El manejo cuidado del paciente puede prevenir dichos problemas, pero de llegar a aparecer, deben ser tratados bajo supervisión médica.[137] [80] Durante las etapas finales de la enfermedad, el tratamiento se centra en mantener la calidad de vida hasta el fallecimiento.[138]

 


Vejez y personalidad

Vejez y personalidad. Entremezclado con los cambios intelectuales aparecen, con la v., modificaciones en la personalidad como respuesta -en gran parte- a estas diferentes capacidades intelectuales, a los cambios corporales (v. GERIATRÍA) y a las nuevas circunstancias sociales que exigen del anciano una readaptación al ambiente. Por una parte, se acentúan los rasgos de la personalidad previa y el anciano, envejeciendo como ha vivido, llega a veces a ser casi una especie de caricatura de sí mismo. De otro lado, aparecen una serie de rasgos que por ser comunes a la mayoría de los ancianos se consideran característicos de la v. psicológica. Uno de ellos es la tendencia del anciano a volverse cada vez más introvertido. Su mundo se va estrechando progresivamente y elige vivir en grupos pequeños en los que puede «ir a su paso», en solitario, sin necesidad de tener que adaptarse continuamente a nuevas circunstancias. De esta forma, además, su rigidez -otro de los rasgos típicos- no le plantea problemas. Sí se los puede plantear su interés aumentado por la salud de su propio cuerpo que le puede llevar a actitudes hipocondríacas (v. HIPOCONDRÍA). La vivencia de un tiempo psicológico acelerado es otro de los fenómenos habituales en el anciano.
      La aparición de la, desconfianza, rasgo característico de la v., muchas veces emana de tres realidades que frecuentemente confluyen en el anciano: saberse miembro de una minoría desprivilegiada, soledad creciente como consecuencia de la pérdida progresiva de contemporáneos y sordera que dificulta su entendimiento con los que le rodean. Muchos de estos factores contribuyen a explicar el aparente egoísmo de la persona de edad.
      La v. psicológica representa una etapa más en la vida de la persona, con sus rasgos psicológicos característicos y sus ventajas y desventajas objetivas. Desde el punto de vista subjetivo, lo que puede parecer a una persona más joven una pérdida, no lo es vivido así por el anciano, que tiene un mundo de valores diferentes. El anciano sano y bien adaptado es -una persona feliz. El anciano desadaptado, improductivo y amargado que no acepta «hacerse viejo», suele ser casi siempre una persona que ya era inadaptada en las épocas anteriores de su vida y no es, por tanto, el tipo representativo de lo que es, en sí misma, la v. psicológica.

 

Después de los 65 años el individuo vive una etapa normal del desarrollo, los principales problemas que enfrentar los adultos mayores, son los que les creamos a través de la política y la economía, que afectan su status en mayor grado que el mismo envejecimiento. Debemos tener claro que los personas claves en el problema de envejecimiento son los grupos de edad más joven, por que son ellos los que determinan el status y la posición de tales personas en el orden social (Papalia, 1990). Sin embargo, la vejez no tiene por qué ser el punto más bajo del ciclo de vida ya que el envejecimiento satisfactorio es posible, siendo la sociedad quien debe descubrir los componentes de ella, reorganizando nuestros pensamiento s y estructuras sociales. La principal tarea de las personas mayores es la de comprender y aceptar su propia vida y utilizar su gran experiencia para hacer frente a los cambios personales o pérdidas. Las personas han de adaptarse a la disminución de la fortaleza y salud física, a la jubilación y adaptarse a su propia muerte (Hoffman, 1996). A medida que tratan con estos temas, sus motivaciones pueden variar, de esta forma se presentan distintas teorías:

1.    Último estadio de Erikson "Integridad del yo v/s desesperación: Constituye la culminación de la resolución triunfante de las siete crisis previas, en el desarrollo a los largo de la vida, lo que pudo haber sido o por lo que debería haberse hecho en forma distinta. Implica la aceptación de los propios progenitores como personas que hicieron lo mejor que pudieron, haciéndose merecedoras de nuestro amor, aún cuando no fueron perfectas. También consiste en la aceptación de la cercanía de la propia muerte como fin inevitable de la existencia de la vida. Quien ha fallado al tratar de resolver la crisis "teme desesperadamente a la muerte, expresado en el sentimiento de que el tiempo es ahora corto para volver a comenzar otra vida y buscar caminos alternativos hacia la integridad", (Papalia, 1990, p. 508).

2.2.2 Evolución psicológica normal de la vejez. Las causas del envejecimiento mental normal se deben a la intervención de cuatro factores:

·        El deterioro progresivo de las propias funciones físicas.

·        El declinar progresivo de las facultades y de las funciones mentales.

·        La transformación del medio familiar y de la vida profesional.

·        Las reacciones del sujeto ante estos diversos factores.

Los tres primeros factores ejercen sobre el psiquismo humano efectos directos procedentes del deterioro o de las transformaciones sufridas, y efectos indirectos sobre el comportamiento (así la presbicia comporta la disminución de la agudeza visual de cerca, pero también crea la costumbre de mirar las cosas de lejos). El último factor provoca diversas reacciones tanto en el plano de las actitudes expresadas como en el de la vida interior. Finalmente, estos diferentes factores y sus efectos evolucionan progresivamente, pero en formas de etapas sucesivas. Se comprende en estas condiciones la complejidad del problema y la dificultad de exponer claramente la evolución psicológica de las personas de edad.

Para muchas personas la vejez es un proceso continuo de crecimiento intelectual, emocional y psicológico. Se hace un resumen de lo que se ha vivido hasta el momento, y se logra felicitarse por la vida que ha conseguido, aún reconociendo ciertos fracasos y errores. Es un período en el que se goza de los logros personales, y se contemplan los frutos del trabajo personal útiles para las generaciones venideras.

La vejez constituye la aceptación del ciclo vital único y exclusivo de uno mismo y de las personas que han llegado a ser importantes en este proceso. Supone una nueva aceptación del hecho que uno es responsable de la propia vida.

Comienza a los 65 años aproximadamente y se caracteriza por un declive gradual del funcionamiento de todos los sistemas corporales. Por lo general se debe al envejecimiento natural y gradual de las células del cuerpo. A diferencia de lo que muchos creen, la mayoría de las personas de la tercera edad conservan un grado importante de sus capacidades cognitivas y psíquicas.

A cualquier edad es posible morir. La diferencia estriba en que la mayoría de las pérdidas se acumulan en las últimas décadas de la vida.

Es importante lograr hacer un balance y elaborar la proximidad a la muerte. En la tercera edad se torna relevante el pensamiento reflexivo con el que se contempla y revisa el pasado vivido. Aquel posee integridad se hallará dispuesto a defender la dignidad de su propio estilo de vida contra todo género de amenazas físicas y económicas.

Quien no pueda aceptar su finitud ante la muerte o se sienta frustrado o arrepentido del curso que ha tomado su vida, será invadido por la desesperación que expresa el sentimiento de que el tiempo es breve, demasiado breve para intentar comenzar otra vida y buscar otras vías hacia la integridad.

El duelo es uno de las tareas principales de esta etapa, dado que la mayoría debe enfrentarse con un sinnúmero de pérdidas (amigos, familiares, colegas). Además deben superar el cambio de status laboral y la merma de la salud física y de las habilidades.

Para algunas personas mayores la jubilación es el momento de disfrutar el tiempo libre y liberarse de los compromisos laborales. Para otros es un momento de estrés, especialmente de prestigio, el retiro supone una pérdida de poder adquisitivo o un descenso en la autoestima.

Si ha sido incapaz de delegar poder y tareas, así como de cuidar y guiar a los más jóvenes; entonces no sería extraño que le resulte difícil transitar esta etapa y llegar a elaborar la proximidad de la muerte. Estas personas se muestran desesperadas y temerosas ante la muerte, y esto se manifiesta, sobretodo en la incapacidad por reconocer el paso del tiempo. No lograron renunciar a su posición de autoridad y a cerrar el ciclo de productividad haciendo un balance positivo de la vida transcurrida.

Es la etapa en la que se adquiere un nuevo rol: el de ser abuelo. El nieto compensa la exogamia del hijo. La partida del hijo y la llegada del nieto son dos caras de la misma moneda. El nuevo rol de abuelo conlleva la idea de perpetuidad. Los abuelos cumplen una función de continuidad y transmisión de tradiciones familiares. A través de los nietos se transmite el pasado, la historia familiar.

Por esta razón, una vejez plena de sentido es aquella en la que predomina una actitud contemplativa y reflexiva, reconciliándose con sus logros y fracasos, y con sus defectos. Se debe lograr la aceptación de uno mismo y aprender a disfrutar de los placeres que esta etapa brinda. Entonces, recuerde: hay que prepararse activamente para envejecer, para poder enfrentar la muerte sin temor, como algo natural, como parte del ciclo vital.