sábado, 5 de junio de 2010

Vejez y personalidad

Vejez y personalidad. Entremezclado con los cambios intelectuales aparecen, con la v., modificaciones en la personalidad como respuesta -en gran parte- a estas diferentes capacidades intelectuales, a los cambios corporales (v. GERIATRÍA) y a las nuevas circunstancias sociales que exigen del anciano una readaptación al ambiente. Por una parte, se acentúan los rasgos de la personalidad previa y el anciano, envejeciendo como ha vivido, llega a veces a ser casi una especie de caricatura de sí mismo. De otro lado, aparecen una serie de rasgos que por ser comunes a la mayoría de los ancianos se consideran característicos de la v. psicológica. Uno de ellos es la tendencia del anciano a volverse cada vez más introvertido. Su mundo se va estrechando progresivamente y elige vivir en grupos pequeños en los que puede «ir a su paso», en solitario, sin necesidad de tener que adaptarse continuamente a nuevas circunstancias. De esta forma, además, su rigidez -otro de los rasgos típicos- no le plantea problemas. Sí se los puede plantear su interés aumentado por la salud de su propio cuerpo que le puede llevar a actitudes hipocondríacas (v. HIPOCONDRÍA). La vivencia de un tiempo psicológico acelerado es otro de los fenómenos habituales en el anciano.
      La aparición de la, desconfianza, rasgo característico de la v., muchas veces emana de tres realidades que frecuentemente confluyen en el anciano: saberse miembro de una minoría desprivilegiada, soledad creciente como consecuencia de la pérdida progresiva de contemporáneos y sordera que dificulta su entendimiento con los que le rodean. Muchos de estos factores contribuyen a explicar el aparente egoísmo de la persona de edad.
      La v. psicológica representa una etapa más en la vida de la persona, con sus rasgos psicológicos característicos y sus ventajas y desventajas objetivas. Desde el punto de vista subjetivo, lo que puede parecer a una persona más joven una pérdida, no lo es vivido así por el anciano, que tiene un mundo de valores diferentes. El anciano sano y bien adaptado es -una persona feliz. El anciano desadaptado, improductivo y amargado que no acepta «hacerse viejo», suele ser casi siempre una persona que ya era inadaptada en las épocas anteriores de su vida y no es, por tanto, el tipo representativo de lo que es, en sí misma, la v. psicológica.

 

Después de los 65 años el individuo vive una etapa normal del desarrollo, los principales problemas que enfrentar los adultos mayores, son los que les creamos a través de la política y la economía, que afectan su status en mayor grado que el mismo envejecimiento. Debemos tener claro que los personas claves en el problema de envejecimiento son los grupos de edad más joven, por que son ellos los que determinan el status y la posición de tales personas en el orden social (Papalia, 1990). Sin embargo, la vejez no tiene por qué ser el punto más bajo del ciclo de vida ya que el envejecimiento satisfactorio es posible, siendo la sociedad quien debe descubrir los componentes de ella, reorganizando nuestros pensamiento s y estructuras sociales. La principal tarea de las personas mayores es la de comprender y aceptar su propia vida y utilizar su gran experiencia para hacer frente a los cambios personales o pérdidas. Las personas han de adaptarse a la disminución de la fortaleza y salud física, a la jubilación y adaptarse a su propia muerte (Hoffman, 1996). A medida que tratan con estos temas, sus motivaciones pueden variar, de esta forma se presentan distintas teorías:

1.    Último estadio de Erikson "Integridad del yo v/s desesperación: Constituye la culminación de la resolución triunfante de las siete crisis previas, en el desarrollo a los largo de la vida, lo que pudo haber sido o por lo que debería haberse hecho en forma distinta. Implica la aceptación de los propios progenitores como personas que hicieron lo mejor que pudieron, haciéndose merecedoras de nuestro amor, aún cuando no fueron perfectas. También consiste en la aceptación de la cercanía de la propia muerte como fin inevitable de la existencia de la vida. Quien ha fallado al tratar de resolver la crisis "teme desesperadamente a la muerte, expresado en el sentimiento de que el tiempo es ahora corto para volver a comenzar otra vida y buscar caminos alternativos hacia la integridad", (Papalia, 1990, p. 508).

2.2.2 Evolución psicológica normal de la vejez. Las causas del envejecimiento mental normal se deben a la intervención de cuatro factores:

·        El deterioro progresivo de las propias funciones físicas.

·        El declinar progresivo de las facultades y de las funciones mentales.

·        La transformación del medio familiar y de la vida profesional.

·        Las reacciones del sujeto ante estos diversos factores.

Los tres primeros factores ejercen sobre el psiquismo humano efectos directos procedentes del deterioro o de las transformaciones sufridas, y efectos indirectos sobre el comportamiento (así la presbicia comporta la disminución de la agudeza visual de cerca, pero también crea la costumbre de mirar las cosas de lejos). El último factor provoca diversas reacciones tanto en el plano de las actitudes expresadas como en el de la vida interior. Finalmente, estos diferentes factores y sus efectos evolucionan progresivamente, pero en formas de etapas sucesivas. Se comprende en estas condiciones la complejidad del problema y la dificultad de exponer claramente la evolución psicológica de las personas de edad.

Para muchas personas la vejez es un proceso continuo de crecimiento intelectual, emocional y psicológico. Se hace un resumen de lo que se ha vivido hasta el momento, y se logra felicitarse por la vida que ha conseguido, aún reconociendo ciertos fracasos y errores. Es un período en el que se goza de los logros personales, y se contemplan los frutos del trabajo personal útiles para las generaciones venideras.

La vejez constituye la aceptación del ciclo vital único y exclusivo de uno mismo y de las personas que han llegado a ser importantes en este proceso. Supone una nueva aceptación del hecho que uno es responsable de la propia vida.

Comienza a los 65 años aproximadamente y se caracteriza por un declive gradual del funcionamiento de todos los sistemas corporales. Por lo general se debe al envejecimiento natural y gradual de las células del cuerpo. A diferencia de lo que muchos creen, la mayoría de las personas de la tercera edad conservan un grado importante de sus capacidades cognitivas y psíquicas.

A cualquier edad es posible morir. La diferencia estriba en que la mayoría de las pérdidas se acumulan en las últimas décadas de la vida.

Es importante lograr hacer un balance y elaborar la proximidad a la muerte. En la tercera edad se torna relevante el pensamiento reflexivo con el que se contempla y revisa el pasado vivido. Aquel posee integridad se hallará dispuesto a defender la dignidad de su propio estilo de vida contra todo género de amenazas físicas y económicas.

Quien no pueda aceptar su finitud ante la muerte o se sienta frustrado o arrepentido del curso que ha tomado su vida, será invadido por la desesperación que expresa el sentimiento de que el tiempo es breve, demasiado breve para intentar comenzar otra vida y buscar otras vías hacia la integridad.

El duelo es uno de las tareas principales de esta etapa, dado que la mayoría debe enfrentarse con un sinnúmero de pérdidas (amigos, familiares, colegas). Además deben superar el cambio de status laboral y la merma de la salud física y de las habilidades.

Para algunas personas mayores la jubilación es el momento de disfrutar el tiempo libre y liberarse de los compromisos laborales. Para otros es un momento de estrés, especialmente de prestigio, el retiro supone una pérdida de poder adquisitivo o un descenso en la autoestima.

Si ha sido incapaz de delegar poder y tareas, así como de cuidar y guiar a los más jóvenes; entonces no sería extraño que le resulte difícil transitar esta etapa y llegar a elaborar la proximidad de la muerte. Estas personas se muestran desesperadas y temerosas ante la muerte, y esto se manifiesta, sobretodo en la incapacidad por reconocer el paso del tiempo. No lograron renunciar a su posición de autoridad y a cerrar el ciclo de productividad haciendo un balance positivo de la vida transcurrida.

Es la etapa en la que se adquiere un nuevo rol: el de ser abuelo. El nieto compensa la exogamia del hijo. La partida del hijo y la llegada del nieto son dos caras de la misma moneda. El nuevo rol de abuelo conlleva la idea de perpetuidad. Los abuelos cumplen una función de continuidad y transmisión de tradiciones familiares. A través de los nietos se transmite el pasado, la historia familiar.

Por esta razón, una vejez plena de sentido es aquella en la que predomina una actitud contemplativa y reflexiva, reconciliándose con sus logros y fracasos, y con sus defectos. Se debe lograr la aceptación de uno mismo y aprender a disfrutar de los placeres que esta etapa brinda. Entonces, recuerde: hay que prepararse activamente para envejecer, para poder enfrentar la muerte sin temor, como algo natural, como parte del ciclo vital.

 


     


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