sábado, 5 de junio de 2010

Modos de concebir la vejez

Modos de concebir la vejez:

Al adentrarse en la temática de la adultez mayor llega un momento en que se hace relevante conceptualizar qué se va a entender por vejez. Esto, ya que existen diversas formas de definirla y porque además es difícil determinar el momento exacto en que ésta comienza. La vejez no suele mostrar indicios de un comienzo tan claro, como por ejemplo en la adolescencia, la cual se inicia en el momento de la pubertad. La entrada a la categoría de adulto mayor, se produce mediante un proceso más difícil de percibir y, por tener como base biológica el envejecimiento celular, posiblemente comienza pronto en la vida, incluso cuando termina el desarrollo infantil y adolescente (Buendía, 1994).

Históricamente, se han generado diferentes concepciones de adultez mayor por los distintos autores interesados en la vejez, entre los cuales se mencionan:

Tabla 1. Modos de concebir la vejez según varios autores.

Barros (1969)

Quesney

De Beauvoir

Mideplan (1993)

Otros

Como una categoría de edad que incide en las oportunidades que la sociedad ofrece a tales individuos, así como en el prestigio y comportamiento de ellos

Habla de una ‘minoría ignorada’, en tanto sus problemas no son considerados importantes ni prioritarios por las mayorías

La vejez sólo puede ser entendida como totalidad, no es sólo un hecho biológico sino cultural

La enfoca desde el punto de vista individual, en el cual el tema puede verse como un proceso biológico y como un proceso social, sin desconocer que se trata de un fenómeno inherente a la condición humana.

Desde el punto de vista biológico y psíquico, coinciden en definir la ancianidad en términos del deterioro de ciertas funciones

Adaptado de Padilla, Varela y Vega (1994), pp. 9- 10.

Tal como se puede deducir de la Tabla 1 cada investigador, según su ámbito de estudio, va a definir la vejez poniendo énfasis en distintas áreas: en las oportunidades que le ofrece la sociedad a los individuos, en lo sociológico, en lo cultural, en un punto de vista individual, biológico y psíquico. Posiblemente, sería de mayor utilidad tener una visión integracionista de esta etapa del desarrollo, que vincule las distintas variables que están interviniendo en el proceso de envejecimiento.

En el mismo sentido, es posible señalar que las diversas formas de definir el fenómeno han sido agrupadas en tres concepciones generales de vejez:

i. Vejez cronológica:La ancianidad se define por el hecho de haber cumplido los 60-65 años de edad. Esta será objetiva en su medida ya que, todas las personas nacidas en la misma fecha tendrán la misma edad cronológica y formarán parte de la misma cohorte. Esta edad cronológica es un dato importante, sin embargo no es determinante ya que, a ella se suman otras condiciones personales y ambientales que se conjugan para determinar el estado global de una persona (Moragas, 1991).

Si bien, la edad cronológica es un punto de referencia es, en general y en base a esta definición, que se tiende a homogeneizar el proceso de envejecimiento y a unificarlo como un todo. Sin embargo y, aunque las investigaciones señalan que es un grupo etáreo muy heterogéneo, con diversas necesidades, motivaciones e intereses (producto, probablemente, de las distintas historias de vida de cada persona), es en ésta reducción en la que se han apoyado muchos estereotipos populares, englobando bajo el concepto de decrepitud a todo el proceso de envejecimiento.

ii. Vejez funcional:Corresponde a la utilización del término ‘viejo’ como sinónimo de incapaz o limitado y refleja la asimilación tradicional de vejez y limitaciones” (Moragas, 1991, p. 23). Suele relacionarse con la capacidad funcional que el sujeto posee de contribuir al trabajo y por la utilidad que puede reportar el individuo de cara al grupo social al que pertenece. Abala, Bunout y García (2001) aportan a esta definición, planteando que la entrada oficial a la vejez se da en la sociedad moderna con la jubilación. Esta última significa el término del desempeño de importantes roles sociales. Los conceptos de jubilado, sector pasivo, entre otros, responden a claras imágenes sociales que estigmatizan a quienes las viven.

iii. Vejez, etapa final: Se trata de una concepción más moderna que se basa en el reconocimiento de que el pasar del tiempo produce efectos en la persona, la que ingresa en una etapa diferente a las vividas con anterioridad, que posee características propias (Moragas, 1991). Lo destacable de esta concepción, es que permite ver a la vejez como un momento más del ciclo vital y, por lo tanto, susceptible de tratamiento socializador como cualquier otra etapa evolutiva.

Considerando lo anterior, para efectos del presente trabajo se utilizará una definición de adulto mayor que considera tanto la categoría de edad cronológica como la de etapa final. De este modo, se entenderá por adulto mayor a “la parte de la población comprendida en el grupo de más de 60 años de edad” (Schulz, 1992, p. 12). Es relevante agregar que al hablar de adulto mayor se estará considerando tanto la tercera como la cuarta edad. Esta última denominación se ha comenzado a usar ya que se ha observado un aumento tal de la población de más edad, que se ha hecho necesario hablar de una cuarta edad que va más allá de los 80 años (Corbalán, 2000). Además, la vejez se considerará como una etapa más de la experiencia humana, con sus propias características, que puede y debe ser una fase positiva de desarrollo individual y social.

Es importante aclarar que en este trabajo serán considerados como sinónimos los siguientes términos: adulto mayor, anciano, mayor, persona mayor, tercera edad o vejez.

2.1.3. Teorías del envejecimiento:

Así como se han desarrollado conceptualizaciones en torno a la adultez mayor, también se ha teorizado al respecto.Dentro de la literatura sobre el envejecimiento es posible encontrar una gama de teorías pertenecientes a distintos ámbitos de estudio tales como: el de la biología, psicología, sociología, teoríasde la familia, antropología, entre otros. No obstante, todas estas teorías convergen en orientarse fundamentalmente hacia la intervención; “se trata de dar respuesta a la pregunta de qué se requiere para envejecer con éxito; qué deben hacer las personas de edad;qué debería hacer la sociedad por ellos” (Hooyman & Kayak, 1991 citado en Buendía, 1994, p. 58).

Dentro de las diversas teorías que se han incluido por la gerontologíaNote1. , pueden destacarse las siguientes:

i. Teoría de la desvinculación: Esta teoría denominada también como teoría del desacoplamiento o retraimiento, fue formulada en su origen por Elaine Cumming y William Henry en 1961. En sus postulados sostiene que el envejecimiento conlleva a “un decrecimiento de la interacción entre la persona que envejece y las demás personas en el medio social al que pertenece” (Bazo, 1990, p. 9). Esta “disminución de la actividad e interacción social es fruto de un abandono mutuo, natural y de carácter adaptativo. Se da un proceso gradual de desconexión y se entiende que es la forma correcta de envejecer” (Yanguas, Leturia, F., Leturia, M. & Uriarte, 1998, p. 37).

Se plantea además, que dicha situación resulta gratificante tanto para el sujeto como para la sociedad y que puede ser iniciado tanto por uno, como por otro actor. “La teoría implica que ambos se preparan por anticipado para el último abandono de la persona, cuando ya solamente le esperan la enfermedad y la muerte” (Bazo, 1990, p. 9).

Desde esta postura la retirada de los ancianos o ancianas va poniendo el poder a disposición de los más jóvenes, agregándose además, que “al retirarse abandonan también su rol principal, lo que conlleva la disminución de la interacción social” (Bazo, 1990, p. 9). Ante lo expuesto, una crítica esencial se refiere a que existen muchas personas que no se desvinculan ni desean hacerlo y que se sienten felices de mantenerse activas en lo que hacen.

ii. Teoría de la actividad: Esta teoría fue planteada en oposición a la anterior, por Robert Harvighurst en 1968, quién sostuvo que “el envejecimiento normal implica el mantenimiento de las actitudes y actividades habituales de la persona tanto tiempo como sea posible” (Bazo, 1990, p. 10). A partir de esta postura, y para el presente trabajo, se cree que para envejecer bien y sentir mayor satisfacción, hay que mantenerse activo y comprometido. Esto ya que, al momento de abordar el tema de la jubilación, parece adecuado adherirse a lo que plantean diversos autores con respecto a que las personas se conservan más sanas mientras se mantienen activas. De hecho, tal como plantean Blanco et al. (1991):

Todas las investigaciones ponen de manifiesto que las personas de la tercera edad que se mantienen activas y siguen siendo emprendedoras, se muestran más felices y cuentan con una mejor auto imagen que aquellas otras que se sumen en la pasividad y el aislamiento (…). Es cierto que aquellos que mantienen sus compromisos sociales viven más satisfechos. (p.145)

iii. Teoría del apego: Kalish y Knudtson en 1976, propusieron que el apego como compromiso afectivo con objetos o individuos, produce una sensación de dominio sobre el mundo, que en los mayores puede estar disminuida. Como consecuencia de esta situación, se puede pasar de lo social a lo personal, individual o interno, quedando la conducta controlada preferentemente por la historia personal (Yanguas, Leturia, F., Leturia, M. & Uriarte, 1998).

iv. Teoría del etiquetaje: V. Bengston plantea que esta postura puede ayudar a explicar algunas conductas de los ancianos, como aquellas que en este caso, se pueden presentar a consecuencia del etiquetar a una persona como senil o dependiente. Dicho etiquetaje, llevará a que las personas que pertenecen a este grupo sean percibidas y tratadas según el significado social de la etiqueta, lo cual influirá en la conducta de los ancianos. (Bazo, 1990). Pese a ser una teoría interesante, se ve limitada por la generalidad de sus términos.

v. Teoría de la continuidad: Esta propuesta realizada por Atchley en 1971, “sostiene que en el proceso de envejecimiento la persona está predispuesta hacia el mantenimiento de la estabilidad tanto en sus costumbres o asociaciones como en sus preferencias y estado de vida que ha desarrollado a lo largo de los años” (Bazo, 1990, p. 10). Además, el autor propone la conveniencia de la continuidad en el ciclo vital, evitándose rupturas o cortes.

En general, este conjunto de teorías nos dan una visión global, donde probablemente cada una por si sola no es suficiente para acercarse a una comprensión más acabada sobre el proceso de envejecer, siendo postulados que posiblemente requieran de mayor profundización e integración. Lo que sí parece quedar claro, es que el adherirse a la teoría de la actividad permite una visión más positiva del envejecimiento, que incentiva a promover esta etapa viéndola como más sana y fecunda. Lo que abre la posibilidad de generar cambios e intervenciones en pro de una mejor calidad de vida.

 


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