sábado, 29 de mayo de 2010

MENOPAUSIA_Etica_y_Psicoan

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NOTA: EN CASO DE REPRODUCCION TOTAL O PARCIAL DEL PRESENTE ARTÍCULO, SE DEBE CITAR LA FUENTE BIBLIOGRÁFICA DE LA SIGUIENTE MANERA:

(http://www.bioeticaclinica.com.ar) Autor, año, lugar. Título del artículo. Nombre de la publicación (las referencias de libro o revista que figuren).

 

ARTÍCULO ESPECIAL - PUBLICADO EN EL LIBRO

 

EL GUARDIÁN DE LOS VIENTOS.

Reflexiones Interdisciplinarias sobre Ética en Medicina”.

Compilación y Prólogo de Alicia I. Losoviz

Editorial Catálogos.

Buenos Aires, 1998

 

 

MENOPAUSIA, ÉTICA Y PSICOANÁLISIS

o Sobre el arte de la Coincidencia en el Acto Médico

                                                   Alicia I. Losoviz (*)

(*)     Miembro Titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)

Vicepresidente 3° de la Asociación Argentina de Bioética

Miembro del Capítulo de Ética y psiquiatría de Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA)

Miembro Fundador y de C.D. de la Sociedad Argentina de Medicina Antropológica (AMA)

Coordinadora General del Capítulo de Bioética y Psicoanálisis (APA)

Miembro de la Asociación Argentina para el Estudio del Climaterio (AAPEC)

Miembro Titular de la Asociación Médica Argentina

Ex – Coordinadora Secc. Menopausia, Div. Endocrinología, Área Psicología, Hospital Durand

Directora y Docente de Cursos de Bioética (UBA-CAECE –UAI)

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

         Todo acto médico constituye un punto de encuentro entre tres instancias:

·                  un Paciente que pide ayuda

·                  un Médico que intenta responder a dicha demanda

·                  y una Medicina que promete esperanzas frente al dolor.

 

         Dadas sus múltiples determinaciones y su estrecha imbricación, entre cada Médico y cada Paciente, se pone en marcha un proceso comunicacional de innegable compromiso.

Proceso estructurado por una dimensión afectiva en la que más allá del original motivo de consulta y de los roles prefijados para ésta, suelen circular corrientes de diversos matices: ternura, tristeza, temores, miedos, fastidios, incertidumbres, esperanzas, como así también fantasías. Sentimientos mutuos cruzados, exclusivos para cada vínculo y no siempre concientes, que pueden llegar a incidir en el resultado final del tratamiento instaurado.

 

         Dice Meeroff (25) que las ciencias de la vida han quedado dominadas por la biología mecanicista del modelo newtoniano que condujo a la idea de que un organismo vivo puede ser considerado como una máquina construída por partes separadas, modelo expuesto inicialmente por Descartes. Gracias a esta medicina que tradicionalmente se ha ocupado del síntoma y  signo corporales, y merced a los notables progresos que actualmente la ciencia y la técnica permiten, se logran sobre la enfermedad de base, resultados impensables hasta hace pocos años.

         Dada la perspectiva de dimensión humana con la cual se intenta actualmente acompañar a la expansión científica, y con ánimo de abrir nuevas lecturas tendientes a mejorar la calidad de acto médico, podemos establecer las siguientes reflexiones:

·     Es frecuente que en el marco del diálogo médico -paciente, aquello de lo cual se hable sea lo atinente al síntoma y órgano enfermo.

·     Que tanto hay médicos que  decodifican la demanda del paciente con el lineal criterio de devolver la función al órgano, como también hay enfermos que se tratan a sí mismos desde un enfoque cuerpo-máquina.

·     Dicho de otra forma, el mismo paciente puede entregar su cuerpo a la Ciencia, si identificado con los ideales propuestos por la medicina (4) se refiere a sí mismo como de un tercero, sin poder incluirse desde su propia singularidad como sujeto.

          De esta manera, quien resulta protagonista de la Escena médica, es el Cuerpo Biológico visible, explorable y manipulable, objeto de una actual tendencia de medicalización del síntoma.

         Si la dimensión subjetiva del paciente queda desvanecida, en favor de una dimensión objetiva del saber, el acto médico podría convertirse en un proceso sin sujeto (17). Si  la medicina se empeña en adaptar al aparato biomédico, a un paciente despojado de referentes subjetivos y simbólicos, abordándolo como un conjunto de piezas separadas, más que nunca a fin de siglo, se corre el riesgo de practicar una “Medicina de órganos”.

 

 

Parte I.  Menopausia

La menopausia forma parte de un proceso que, a partir de las modificaciones endocrinas del eje hipotálamo-hipófiso-gonadal, condiciona en la mujer el cese de la menstruación. Es una época que constituye en la mujer un período de gran complejidad por la indisociable interacción de las siguientes dimensiones: biológica, psíquica, socio-cultural y médico-social. (20)

 

A partir del relato de una paciente cursando esta etapa, estableceré una serie de consideraciones sobre el trípode “paciente-médico-medicación” a fin de ejemplificar, a través de su articulación, las cuestiones que nos ocupan.

 

 

MATERIAL CLÍNICO *

Antonella,  es una mujer muy bonita, elegantemente arreglada y de expresión sensual. Más bien delgada, no representa su verdadera edad, que es de cuarenta y siete años, sino impresiona un poco más de treinta. Viuda desde hace quince años,  tiene un hijo recientemente recibido de ingeniero y una hija, que está por hacerla abuela. Pero ella no puede disfrutar de estas alegrías  y llora desconsolada, pues cuenta que cuando por fin sentía que le estaba empezando a llegar el momento tan deseado de “hacer su vida”,  la Menopausia irrumpió trayéndole “calorazos demoledores” además de molestas sudoraciones, dolores óseos y articulares, de los que refiere que la hacen sufrir mucho. Dice de sí: " Me siento  vieja. Me veo fea, arrugada. Me miro al espejo y se me cae la cara. Es espantoso lo que siento". Tiene un novio cuatro años menor, ante el cual sus sofocos y rubor consecuente, le hacen sentir una profunda verguenza.

Evidentemente, Antonella, a pesar de su edad cronológica, no estaba emocionalmente preparada para cursar esta crisis vital.  Dice: "Siento que me vino a arruinar la vida. Me siento como que soy menos de media mujer, que no soy nada

Fue medicada en el hospital con terapia hormonal de reemplazo (parches) por los síntomas derivados del hipoestrogenismo actuante. Por otra parte, su tradicional médico clínico le recomendó que los suspendiera, dado que él  no era partidario de “cosas raras”. Contradictorias posiciones médicas que generan en la paciente  un cierto espíritu de duda respecto a su decisión de tratarse con la estrogenoterapia.

Antecedentes familiares:

·     Madre: fallecida a los 55 años por un doloroso cáncer de páncreas. “Le vino un soplo al corazón” cuando la menopausia se le presentara a la misma edad que a  Antonella.

·     Padre: fallecido  a los 64 años por un infarto agudo de miocardio.

 

         Estos antecedentes condicionarán en Antonella  ciertas vivencias subjetivas en relación al bio-proceso que cursa. Ella narra  tener  ciertos conflictos insolubles cuando por un lado, los médicos le dicen, que ella podría tener problemas cardíacos si no se medica con la hormona y por otro, ella le tiene tanto miedo al cáncer como a la vejez....

         Dice:"Me miro al espejo y  siento que no voy a gustar a nadie. Y  yo que quisiera  poder seducir... Veo mi piel que se me cae, que envejezco. Me siento mal. Siento que no sirvo para nada".  Su realidad psíquica en cuanto cómo ella dice verse, no coincide con la imagen externa que ella muestra de sí. La fundamentación de sus propias  creencias, la conducen a una intensa desvalorización que la hacen sufrir mucho.

         Dice de la información recibida sobre los efectos de la terapia hormonal de reemplazo (T.H.R.): “Los médicos me dijeron   que cuida  el corazón, los huesos, y que es buena para el sexo”. Información que se funde con otras ilusiones más personales. “ Quiero verme joven, sentirme joven, recuperar el placer. No quiero tener ni pocitos ni arrugas en la piel. Me angustia verme vieja". E iniciada la THR: "Me puse los parches y fue como tocar el cielo con las manos”.

         Su expectativa sobre la hormona es aún mayor que los prometidos beneficios farmacológicos. No sólo la tranquiliza la divulgada prevención de osteoporosis; también afirma que la hormona “es” ante su  pareja como una “prueba de juventud” pues se hace la “ilusión de menstruar”, y como que “podría darle un hijo”. Aunque también tiene “terror a que pase algo malo”, aludiendo al cáncer.

         Ante la aparición de un efecto colateral, Antonella interrumpió la medicación hormonal al cabo de unos pocos meses.

 

 

Parte II:   ÉTICA EN MEDICINA

             Un análisis de la interacción recíproca de ciertos componentes que integran el acto médico constituirán, a mi entender, un aporte para adentrarnos en el concepto de ética en medicina.

          La compleja encrucijada de síntomas orgánicos y funcionales, enlazados a su vez a los conflictos derivados de la estructura psicopatológica, suelen generar un problema diagnóstico y terapéutico, ya que no siempre hay coincidencia entre:

· lo que la paciente demanda

· el objetivo terapéutico del médico

· el efecto farmacológico de la medicación

 

La instalación de una relación médico-paciente adecuada en el marco del acto médico, daría la posibilidad de crear lazos armónicos entre estos 3 puntos, mejorando las posibilidades terapéuticas.

 

1) La demanda de la paciente

 

La “queja” que inicialmente Antonella lleva a la consulta médica, al igual que la de otras mujeres en climaterio proviene, en tanto “hecho biológico”, desde un  privilegiado plano de síntomas neurovegetativos. Sus discursos pueden impresionar como semejantes, si lo que se jerarquiza son los efectos de la menopausia  sobre el organismo femenino (8). Pero también cada mujer, según la forma de expresarse, dá cuenta de una particular subjetividad, construída  por múltiples determinaciones causales: además de la dimensión biológica, la presencia de otros órdenes también constituyentes  de la estructuración del ser humano  (órdenes psíquico, simbólico, histórico (29).

 

Clasificación:

Antonella reclama alivio de sus síntomas, con tendencia a idealizar a la medicina, al médico y a la hormona que le es ofrecida. Pero ¿cuál es la esencia de la queja-síntoma de su demanda? ¿Son los calores y dolores osteo-articulares? ¿Es el deseo de ser deseada, de verse joven, de reparar las frustraciones de una vida difícil? ¿De qué la curará la medicina?

Según los contenidos revelados o inferidos de la consulta médica (18) (21), propongo una clasificación en 3 niveles de demanda:

A) Demanda explícita

Es aquella constituida por los contenidos verbalmente explicitados. Antonella consulta en lo manifiesto por calores, sofocos y dolores osteo-articulares, que la hacen sufrir mucho. Pero ¿todo lo que ella dice es lo que ella demanda? Estos síntomas, además, a ella la acongojan y desesperan.

Es frecuente que los médicos tiendan a registrar de forma exclusiva los contenidos que aluden al protagonismo del cuerpo biológico, despojando a la paciente de lecturas sobre sus sentimientos. La demanda explícita de la paciente suele encubrir dimensiones más subjetivas.

B) Demanda implícita

 

         Constituída por contenidos “conocidos” por la paciente y no explicitados de forma espontánea, pero que pueden ser  verbalizados en tanto sea invitada a expresarse libremente.

Por ejemplo, el comentario de Antonella en alusión a su menopausia: “Siento que me vino a arruinar la vida”, recién aparece en las entrevistas psicológicas realizadas, poniendo al descubierto que su problema ante la reciente crisis vital no consisten solamente en los calores como síntoma neurovegetativo. Que también la expresión por ella vertida en cuanto “demoledores calorazos” tanto en lo  implícito como corroborado por sus asociaciones, aluden a un  demoledor sentimiento que ella siente de sí en su fuero más íntimo, dada la “irrupción” de la menopausia y las frustraciones que la misma le acarrea, haciéndola sufrir mucho.

C) Demanda inconsciente

Vinculada al llamado “deseo inconsciente”(16) está constituida por contenidos psíquicos profundos, inconscientes y por ende desconocidos para la misma mujer, y que parecen escapar al objetivo de la consulta médica: como por ejemplo los determinantes inconcientes de la vergüenza, culpa o sufrimiento mental.

 

2) La respuesta médica

 

Ingresamos al tema de la coincidencia entre la demanda del paciente y el ofrecimiento médico: ¿Qué escucha el médico de la demanda del paciente?  ¿Y qué ofrece por ende?

A través del relato de Antonella se pueden observar distintas posiciones médicas, las que pueden incurrir en actitudes extremas: desde considerar la menopausia como un simple proceso natural en el que no cabe intervención medicamentosa hasta adeptos a la Terapia Hormonal de Reemplazo con un exclusivo objetivo biológico de tratamiento.

Una posición aún más extrema estaría dada por la utilización en mujeres menopáusicas de la técnica de transferencia embrionaria de la fertilización asistida, quebrándose un límite que marcaba la naturaleza.

Si un profesional, fiel a un discurso lineal de la medicina se ocupara de la paciente, solicitando exclusivamente los análisis y estudios correspondientes al funcionamiento de sus órganos y aparatos, descontextualizando otros componentes que provinieran  de un plano psico-socio-cultural y privilegiando  la medicalización de síntomas: ¿No perdería acaso su condición de médico, para convertirse en un mero técnico?

 

No son simples de abordar (19):

·          La sensación de catástrofe con que ciertas mujeres, pueden vivenciar el alejamiento de patrones culturales propuestos como modelos por el imaginario social,  como la jerarquización de la maternidad, juventud y belleza.

·          Los interrogantes de la condición femenino-existencial de la mujer que acompañan el cimbronazo endógeno de la misma.

 

3) La medicación

El climaterio se inscribe en una tendencia consumista de la sociedad (27), que promueve la medicalización del síntoma y la venta de medicamentos. A la hormona, frecuentemente idealizada por el médico, el paciente y la sociedad de consumo, se le suele dar carácter de panacea. Recetada por ciertos efectos farmacológicos que posee (alivio de síntomas del sistema nervioso vegetativo y protección de los aparatos cardiovascular y óseo), suele quedar también al servicio de ciertas fantasías.

Antonella creyó que ser medicada era la solución a sus conflictos. Su aceptación inicial a la estrogenoterapia no sólo respondía a los beneficios sugeridos por los médicos. Ella además tenía extraordinarias expectativas de la T.H.R.:

·      fantasías de juventud y belleza: para Verse, Ser vista, Sentirse y “Ser” más joven y bella

·      fantasías de fertilidad: a través de una seudomenstruación, ilusión de ser fecunda

·      fantasías de maternidad: ilusión de ofrecer un hijo a su actual pareja

·      fantasías de renovada sexualidad: desear, ser deseada; mejorar su placer sexual

·      reparar su narcisismo herido y autoestima devaluada

Más allá de su acción farmacológica, ¿llegaría la hormona a cumplir en Antonella el efecto mágico deseado, en tanto fuera implementada para “recuperar el ciclo, retener la pareja, o rescatar la juventud”?

¿Pueden las diferentes variaciones hormonales satisfacer en general los distintos niveles de demanda, esperándose un rendimiento superior a su específico efecto farmacológico, en tanto se den la coexistencia de fantasías encubiertas?

Pensemos en la paradoja que este caso plantea: desde un punto de vista estrictamente médico, la T.H.R. fue eficaz respecto a la momentánea resolución de síntomas neurovegetativos. Hubo coincidencia entre la demanda explícita de la paciente, el ofrecimiento médico y la T.H.R. ofrecida.

Pero ¿qué sucede con el ofrecimiento médico respecto a los otros niveles de demanda?

¿Podrá la hormona hacer callar a toda otra demanda de la paciente? Por ejemplo, ella pudo “volver a menstruar” dadas sus singulares razones. ¿Qué sucede con la demanda implícita? ¿y con la inconciente? La hormona que sí puede acallar los ostentosos síntomas provenientes del SNV ¿podrá resolver otras cuestiones como los problemas de la vida, la angustia existencial, el narcisismo herido o la autoestima devaluada? Y si una mujer está deprimida por el proceso en general ¿le devolverá el deseo sexual y neutralizará sus temores de enfermedad, soledad, vejez y muerte?

¿No constituirá un reduccionismo biológico atribuir a la hormona la solución de “todos” los síntomas de la menopausia?

Si la mujer es medicada “automáticamente”, no siendo dicha terapéutica acompañada del develamiento de lo indecible de la situación particular, la T.H.R. ¿no se constituirá, en ciertos casos, como una defensa maníaca en una actitud de desmentida del inexorable transcurrir del tiempo, si encubre un conflicto por la finitud de la existencia (10)? ¿Se ponen los médicos a pensar en estas cuestiones?

El profesional no está obligado a responder siempre con recetas médicas o soluciones positivas (3), lo que abriría al paciente a un nuevo espacio en cuanto las preguntas que podrían llegar a ser desplegadas.

En medicina se define como Compliance (22), la capacidad de cumplimiento a una medicación. Lo que el médico ofrece a la paciente, ¿es lo que ella está dispuesta a recibir? Hay mujeres que aceptan la medicación con naturalidad, pero otras no. Y otras, como Antonella, que la inician confiadas, para luego suspenderla. La interrupción de una medicación ¿no alude acaso a que en el recorrido de la relación médico-paciente hubo alguna situación no decodificada por parte del médico? La respuesta médica no debería desestimar la cuestión de la subjetividad y que en ciertos casos los síntomas que ella trae a la consulta puedan ser relacionados con fantasías exclusivas de su mundo interno.

A veces la presencia de ciertos miedos pueden configurar un perfil conflictivo a la medicación. Por ejemplo, mientras el médico informa acerca de la eficacia del T.H.R., Antonella asocia en silencio que su madre falleció por cáncer a una edad semejante a la que ella tiene en ese momento, lo que la enfrenta a conflictivos recuerdos. Temor al cáncer que, en tanto continúe en condición de fantasma junto a la presencia de efectos colaterales que también la asustan, interfieren en el cumplimiento y resultado del tratamiento instaurado.

¿No es acaso un tema de la ética médica el no caer en un reduccionismo biológico que deje al paciente despojado de su trama psíquica, por exigencias del método científico?

Es importante ubicar la demanda de la paciente, respecto a un plano subjetivo, jerarquizando un redimensionamiento psíquico y también más global, respecto a otros referentes, familiar, social, cultural, etc.

4) Factores que inciden en la relación médico-paciente

Según Drane (6) la medicina es cada vez más una empresa ética, que como una forma de encuentro humano se caracteriza por la ayuda. Se dice que un médico debería crear una relación empática con un paciente. Pero sabemos que a veces no es tan simple lograrlo. ¿Qué factores pueden contribuir a delinear la relación médico-paciente?

 

a) Interjuego de posiciones en el desempeño de los roles respectivos:

Si el rol profesional fuera desempeñado desde un lugar de certeza, entonces un médico puede llegar a manifestar con criterio paternalista: “Con esto va a andar bárbaro”, “Unas hormonitas y listo” o “No soy partidario de cosas raras”.

Si el rol del paciente quedara jugado desde un lugar de “indefensión”, complementando al anterior, la relación creada generaría el encuentro entre un paciente sumiso, dependiente del saber médico, y un médico que “sabe”.

Palabra médica de la certeza ofrecida, que en tanto sea acompañada del uso de ciertas tecnologías o terapéuticas, parecieran otorgarle a aquélla una mayor credibilidad. Pero con la consecuente aparición de un riesgo: la obturación de lugares de pregunta (3) a otros modos de saber, en relación a los acontecimientos que suceden en los cuerpos (particularmente en el cuerpo de las mujeres), que acontecen en la propia subjetividad.

 

b) Afectos que el paciente transfiere en el vínculo

Tanto hay pacientes que son incapaces de relacionarse afectivamente con el profesional, como otros que son demandantes de afecto. Por ejemplo, una mujer con sensación de desamparo podría buscar inconcientemente y más allá de lo explicitado, un aspecto protector del médico. En otros casos hay pacientes que exigen soluciones rápidas o “mágicas”, dejando en ocasiones al profesional, quien a su vez se siente exigido, como depositario de injustificados enojos. La expectativa hacia una idealizada figura de médico puede en ocasiones ir transformando un aparente buen vínculo inicial en otros afectos, que llegan a interferir en la Compliance.

 

c) Sentimientos que el médico desarrolla hacia sus pacientes:

Ternura, exagerada compasión, fastidio, rechazo o exigencia, como sentimientos contratransferenciales (28) que no siempre quedan bien comprendidos. De ser activados frente a ciertas situaciones de consulta, pueden inducir a orientaciones terapéuticas inapropiadas en la globalidad del cuadro.

 

d) Psicopatología del paciente:

No es sencillo comunicarse con algunos pacientes. ¿Está el médico siempre preparado para abordar mentes complejas? Trastornos de identidad, conflictos neuróticos o personalidades infantiles (7) (13), entre otros, pueden llegar a distorsionar la buena intención del médico de entablar una buena comunicación. De allí la importancia de que el profesional esclarezca tanto modalidades de fincionamiento mental de ese paciente como profundice en diagnósticos psicopatológicos en el marco de interconsultas específicas.

 

e) El médico como persona:

El médico debiera estar preparado para poder sostener temas que como la menopausia, la andropausia, el amor, el sexo, la sexualidad, la vida y la muerte, se despliegan en el escenario del acto médico, constituyendo seguramente desde las perspectivas de su propia individualidad, espacios de interrogación o tal vez de conflicto y sufrimiento.

 

 

Parte III:  PSICOANÁLISIS

“La razón principal de la existencia de la medicina bajo la forma conocida por nosotros, es sin lugar a dudas el sufrimiento de los hombres”.

                       LUCIEN ISRAËL (12)

 

Antonella habla de un sufrimiento que en lo manifiesto queda  inicialmente depositado en los síntomas de su reciente menopausia. Pero también es posible otorgarle a ese sufrimiento otra significación, en tanto sean considerados otros referentes en lugar de los conocidos criterios de mensurabilidad de la materia viva. Sufrimiento que como una dimensión proveniente de los lugares más recónditos del psiquismo humano, nos invita a la reflexión del dolor psíquico-fantasmático al que Antonella alude. Espacio que no siendo aprehensible por biotecnología alguna, se convierte en campo de estudio del psicoanálisis (18) y en punto de enlace a la cuestión de la ética.

 

Cuando Antonella es invitada a hablar sobre sí, despliega en el relato cuestiones que hacen al sacudimiento establecido en su propia subjetividad. Una multitud de fantasmas convergen en una compleja encrucijada en la que los síntomas del cimbronazo endógeno se entrelazan a miedos, ilusiones y fantasías. Las representaciones construidas irán impregnando el proceso menopáusico de una trama de vivencias persecutorias, denigrantes y frustrantes, que no la dejarán disfrutar de otros logros que la vida también le propone. Calor y rubor que cimbran a Antonella, los que, vivenciados como “vergüenza” encubren aspectos más infantiles de sí.

 

La “descascarada” imagen que el espejo  devuelve de Antonella hiere profundamente su narcisismo. Terrorífica representación mental que la hace sentir desvalorizada, que nada sirve, que ella misma no sirve y que realimenta conflictos con su femineidad y su identidad. Sexualidad amenazada por un ultrajado sentimiento de femineidad, que no le permite sentirse ni atractiva ni deseable, que favoreciendo su angustia y disminución del deseo.

Temor de Antonella a la pérdida de amor, que en última instancia la aproxima a un tema más arcaico de su sexualidad femenina, desde un lenguaje del deseo inconciente en relación a las figuras edípicas de su mundo imaginario, que definen su posición como sujeto psíquico.

Antonella debiera poder establecer lugares de pregunta en relación a sí; pero no en un estilo autorreferencial, preocupada solamente por su cuerpo, sino creando una conciencia reflexiva de sí, con una tendencia hacia el afuera, que abarque un compromiso también con sus vínculos inmediatos y con la sociedad.

Resulta de capital importancia para enfrentar el acto médico, que con la ayuda de un psicoanalista avezado, de forma individual o grupal, la mujer realice un trabajo de elaboración psíquica (16), que le permita:

 

·      Adquirir conciencia de la etapa que atraviesa.

·      Actualizar imagen corporal y representación de sí.

·      Resolver sus aspectos de exigencia y de desvalorización.

·      Madurar en nuevos ideales e intereses.

·      Cursar una tarea de duelo, en un tiempo de renuncias.

·      Reflexionar sobre su sexualidad femenina.

·      Interrogarse sobre enigmas que la vida propone: diferencia de sexos y finitud de la existencia.

Más allá de la universal modificación hormonal, la experiencia subjetiva del climaterio será única e irrepetible para cada caso. (20)

Dice G. Bar de Jones:

 

“Los grandes valores humanos, el amor en sus distintas manifestaciones, la amistad, la solidaridad, la ética, la creatividad y sus formas de expresión en la cultura pueden volverse más accesibles –para aquellos que no los mamaron– gracias al psicoanálisis”. (1)

Todo lo cual permitirá acceder a un nivel más simbólico del bio-proceso que la mujer cursa en esta etapa de la vida.

 

CONSIDERACIONES FINALES

Sin duda, constituye un arte inteligente lograr

 

·      Que en el acto médico, se vayan engarzando planos de coincidencia entre:

                             La demanda del paciente.

                             El ofrecimiento del médico.

                             Lo que el paciente está dispuesto a recibir.

                             Lo que al paciente le conviene recibir.

·          Que la medicina ofrezca su generoso aporte tecno-científico inmerso en la trama de un proceso comunicacional entre médico y paciente, paradigma de una relación Sujeto-Sujeto.

·          Que la mirada médica sea capaz de deslizarse desde el hecho biológico del cuerpo “enfermo”, al acontecimiento subjetivo del padecer de ese paciente, en una armoniosa integración de lecturas, que también contemple la dimensión cultural en sus aspectos político-socio-económico. 

·          Que el psicoanálisis (que nos habla de la existencia de ciertas fuerzas psíquico-pulsionales capaces de dirigir tanto el lenguaje del cuerpo como las conductas humanas) haga su aporte, abriendo el discurso del paciente en relación a la existencia de exclusivas fantasías, que aproximan a una comprensión más profunda del padecer del mismo.

·          Que el médico pueda plantearse interrogantes, reconocer limitaciones y establecer diagnósticos más abarcativos, en coherentes marcos interdisciplinarios, lo que orientaría mejor en los límites éticos de la consulta.

 

Terminaré con palabras de Sigmund Freud (9), quien ya hace un siglo, en 1887, seguramente ya intuyó el perfil de la ética de la cual hoy hablamos, cuando refirió: “Ser médico, en vez de especialista; aplicar todos los recursos semiológicos y abordar al paciente en su totalidad. He aquí por cierto, el único método que promete reales satisfacciones y éxitos materiales”.

BIBLIOGRAFIA

 

1.   BAR de JONES, Graciela: En conferencia presentación del libro:  A 100 años de la creación del psicoanálisis. Su eficacia.  Asoc. Escuela .Arg. de Psicoterapia para Graduados. Bs.Aires, 14

de noviembre de 1996

2.   BERRIOT-SALVADORE, Evelyne: "El discurso de la medicina y la ciencia" . Tomo 3 de Historia de las mujeres'. Ed.Taurus. España, 1992

3.   CHATEL, Marie Magdeleine:   El malestar en la procreación.  Ed.Nueva Visión.  Bs.Aires, 1996

4.   CLAVREUL,Jean:   El orden médico. Ed.Argot. España, 1983

5.   DOLTO, Francoise: Sexualidad femenina. Ed. Paidós. Bs. Aires, 1987

6.   DRANE, James: Cómo ser un buen Médico. Ed. San Pablo. Colombia, 1993

7.   FENICHEL, Otto: Teoría psicoanalítica de las neurosis. Paidós. Barcelona, 1984

8.    FIGUEROA CASAS, Pedro: Vivir mejor La Menopausia. El Ateneo. Buenos Aires, 1994

9.   FREUD, Sigmund (1887): “Los Orígenes del psicoanálisis” en Obras completas. Madrid, Biblioteca Nueva, 1974, tomo 9, p.3472

10.             FREUD, Sigmund (1930): "El malestar en la cultura" en Obras completas.   To.XXI . Amorrortu. Bs.Aires, 1988

11.             HUNTER, Myra: La menopausia.  Editorial Sudamericana. Bs. Aires, 1994

12.             ISRAËL, Lucien:  La decisión médica (pág.45) . Emecé Editores. Bs.Aires, 1983

13.             KERNBERG, Otto: Desórdenes fronterizos y narcisismo patológico” . Ed. Paidós. México, 1988

14.             KLIMOVSKY,Gregorio:  Las desventuras del conocimiento científico.  A-Z Editora .  Brasil, 1994

15.             LANGUER, María: Maternidad y Sexo. Ed.Paidós. Bs. Aires, 1979

16.             LAPLANCHE, J.  y  BERTRAND PONTALIS, J.:  Diccionario de Psicoanálisis.  Ed. Labor. Barcelona, 1971

17.             LOSOVIZ, Alicia: (1995)  "De la Ética Médica a la Bioética: Reflexión psicoanalítica sobre las Nuevas Técnicas  Reproductivas" .  Boletín de la Biblioteca del Congreso de la Nación. Número 118. Bs.Aires, 1995

18.             LOSOVIZ, Alicia: "Algunas consideraciones médico-éticas sobre la anticoncepción".   Revista de la Asociación Médica Argentina. Volumen 109-Nro.3. Bs.Aires, 1996

19.             LOSOVIZ, Alicia: “¿’Qué me está pasando’ ?  Realidades y  factores  de  influencia en  la  construcción del  climaterio  femenino”. Poster seleccionado y presentado en el 40º Congreso Psicoanalítico Internacional. Barcelona, agosto de 1997

20.             LOSOVIZ, Alicia: “Realidades y factores de influencia en  la construcción del climaterio femenino. Un aporte desde el Psicoanálisis” Publicado en Revista de Obstetricia y Ginecología Latinoamerciana (O.G.L.A.) Nro.   .  Ed.Ascune. Buenos Aires, 1998

21.             LOSOVIZ, Alicia; LORENTE, Estela; WAPPNER, Blanca; SNAIDER, O. M. y GUITELMAN, Abraham:   “Psicoprotocolo   de admisión para mujeres en climaterio: Modalidades de funcionamiento mental                                       .Revista Brasileira de Medicina . Volumen 51 - Nº8. Agosto de 1994

22.             LOSOVIZ, Alicia; SNAIDER, Olga  y  BURUCÚA, Aurora: “Compliance de la terapia hormonal de reemplazo en la Menopausia  Poster presentado en el 1er. Congreso Latinoamericano de Climaterio y Menopausia.  Bs.Aires, octubre de 1995

23.             MALHERBE, Jean: Hacia una ética de la Medicina. Ed.San Pablo. Colombia, 1993

24.             MARTY, Pierre: La psicosomática del adulto.  Amorrortu. Bs. Aires, 1992

25.             MEEROFF, Marcos:  Ética Médica. Akadia Editorial. Bs. Aires, 1990

26.             MORIN, Edgard: Introducción al pensamiento complejo. Gedisa Editorial. Barcelona, 1994

27.             ROJAS, María C. y  STERNBACH. Susana: Entre dos siglos. Una lectura psicoanalítica de la posmodernidad. Lugar Editorial. Bs.Aires, 1994

28.             SILBER, Tomas:  “La evaluación del paciente adolescente. Errores y soluciones. Archivo Argentino de Pediatría. Vol.88-Nro.3/4. Bs.Aires, 1990.

29.             TUBERT, Silvia: Mujeres sin sombra. Maternidad y tecnología. Ed.Siglo XXI.  Madrid, 1991

 

 

 

 

 


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