miércoles, 19 de mayo de 2010

FUNCIONAMIENTO INTELECTUAL EN LA EDAD ADULTA TARDÍA

FUNCIONAMIENTO INTELECTUAL EN LA EDAD ADULTA TARDÍA

Según diversas investigaciones (principalmente transversales) existiría un declive en la capacidad intelectual que se relacionaría con la edad, cuyos argumentos se hallan en los resultados de diversas pruebas de CI y de variadas medidas piagetianas que de ser ciertas podrían ser explicadas por las siguientes razones: 1) deterioro neurológico; 2) limitaciones físicas; 3) factores psicológicos; 4) velocidad; 5) ansiedad ante las pruebas; 6) inadecuación de las tareas; 7) cautela; 8) actividades derrotistas; 9) pérdida de continuidad en la actividad intelectual y 10) descenso terminal (Papalia, 1990).

Como se puede apreciar, son muchos los factores que pudiesen intervenir en un mal desempeño del adulto mayor, es por esto, que surge la interrogante acerca de qué tan efectivos pueden llegar a ser estos resultados. Si observamos a nuestro alrededor nos daremos cuenta de que esta disminución cognitiva forma parte más de un mito que de la realidad, ya que la mayoría de los ancianos no experimentan disminuciones significativas en su capacidad intelectual, sino por el contrario, se pueden mantener estables o llegar incluso a un incremento; todo lo cual estará dado por las diferencias individuales. Es así como el anciano es capaz aún de aprender destrezas nuevas, pero requiere de mayor tiempo que las personas jóvenes, lo cual se debería a un decremento en la incapacidad operacional de la memoria a corto plazo, especialmente en la utilización de estrategias de codificación, organización y recuperación de la información que haría más difícil el aprendizaje como es la resolución de problemas. No obstante, gracias a "los programas de entrenamiento ha sido posible acelerar el procesamiento de la información, reducir las diferencias en recordar e invertir los declives en las habilidades de inteligencia fluida" (Hoffman, et al., 1996, p. 196).

Por último, si bien es cierto que el anciano ya no cuenta con la misma eficiencia que tuvo en su juventud, en relación a algunas habilidades cognitivas; en la actualidad es poseedor de un conocimiento pragmático, que conocemos como sabiduría, la cual ha sido acumulada como producto de su experiencia a lo largo de la vida. De esta manera, el adulto mayor posee un gran desarrollo de la comprensión por medio de la experiencia y la capacidad para aplicarlos a sus asuntos importantes (Philip, 1997).

 


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